La verdadera conversión
«Pero Rut le contestó: “¡No me pidas que te deje y que me separe de ti! Iré a donde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios”» (Rut 1: 16).
¿Qué significa convertirse a Dios? ¿Es solo unirse a una religión y cambiar nuestros hábitos? ¿O es algo más profundo y radical que transforma nuestra vida entera? Hoy vamos a reflexionar en la historia de una mujer que experimentó una verdadera conversión: Rut, la moabita.
Rut era una joven pagana que vivía en Moab, un país enemigo de Israel. Allí se casó con un israelita que había emigrado con su familia por causa de una hambruna. Pero su esposo murió, al igual que su suegro y su cuñado. Entonces su suegra, Noemí, decidió regresar a su tierra natal. Rut tenía la opción de quedarse en Moab con su otra cuñada, Orfa, o seguir a Noemí a Israel. ¿Qué hizo Rut?
Tomó una decisión valiente y arriesgada: dejó atrás su país, su familia, su cultura y su religión para irse con Noemí. ¿Por qué? Porque había visto en ella el testimonio de una mujer fiel a Dios, que le habló de su amor y de sus promesas.
Rut se convirtió al Dios de Israel, no por conveniencia o por presión, sino por convicción y por amor. Ella renunció a las tradiciones de su pueblo y a su pasado para abrazar una nueva identidad y un nuevo destino. Y Dios la bendijo de una manera extraordinaria: la guio a los campos de Booz, un pariente rico y piadoso de Noemí, que se enamoró de ella y la tomó por esposa. De esa unión nació Obed, el abuelo del rey David y el antepasado de Jesús.
La conversión de Rut nos enseña que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta a todos los que se acercan a él con fe y humildad. También nos muestra que la conversión nos lleva a dejar el pecado para seguir la voluntad de Dios. La conversión es un proceso que dura toda la vida, pero que empieza con una decisión personal e intransferible.
¿Qué cambios has experimentado desde que aceptaste a Jesús como tu Salvador personal? ¿Qué testimonio puedes dar a otros de lo que Dios ha hecho en ti? La verdadera conversión es un viaje maravilloso con Jesús.