‘Delicatessen’
Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas “delicia”, “santo”, “glorioso de Jehová”, y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras… Isaías 58:13.
Los especialistas están divididos. Están los que piensan que es el de Suiza. Otros afirman que es el de Bélgica. Algunos, por su historia, sostienen que es el de México. Y, últimamente, Ecuador. Pero, para mí, el mejor chocolate del mundo es a la taza y se sirve en una pequeña ciudad al sur de España. Recuerdo, desde mi más tierna infancia, su cremosidad y densidad, siempre acompañado de unos buenos churros. ¿Por qué me parecen delicatessen? Porque, además de su sabor, me trae a la memoria algunos de los mejores recuerdos que tengo de mi familia; porque ir al “Colón” era una fiesta que siempre se debía a una celebración; porque algunas de las mejores cosas de mi vida sucedieron tomando ese chocolate.
Tengo un amigo judío que insiste en que los cristianos solo “guardamos” el sábado y que él, sin embargo, lo “celebra”. Puede que tenga algo de razón. Observa que Dios nos propone que el sábado sea uno de nuestros delicatessen, y no solo por mandato. Debiéramos asociarlo con lo mejor de nuestra vida ¿Hemos vivido los momentos más felices en sábado? ¿Hemos disfrutado de las horas más agradables? ¿Hemos sentido el sábado como anticipo de lo que será cada día en la Nueva Tierra? ¿Hemos abandonado nuestras preocupaciones, nuestros deseos, nuestras conversaciones de cada día, para dejarnos llevar por el gozo del Espíritu Santo?
No sé como decírtelo, pero voy a hacerlo: guardar y disfrutar del sábado no es un asunto sin importancia porque nos va la vida en ello. No exagero. Si el sábado es una muestra de lo que será el futuro, ¿te vas a pasar la eternidad aburrido o entretenido con rituales?
Hay quien dice que el mejor día de la semana es el domingo. Están los que piensan que es el viernes. Casi ninguno sostiene que sea el lunes, pero algunos comentan que puede ser el miércoles (¿día de fútbol?). Pero, para mí, el mejor día de la semana es el sábado. Tengo tan buenos recuerdos que se me ha convertido en una delicia. Tantas reuniones familiares, excursiones en la naturaleza, debates intensísimos sobre lo humano y lo divino, sermones en el corazón, Escuelas Sabáticas que me abrieron nuevos paisajes. Tanto, que no puedo sino celebrar ese día. Y doy gracias a Dios porque me permite abandonar lo mío para disfrutar de lo suyo.
También tú puedes saborearlo. Haz de los sábados, delicatessen.