Hasta el infinito y más allá
«Y por todo eso deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta , el entendimiento; al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción: a la devoción, el afecto fraternal; y al afecto fraternal, el amor». (2 Pedro 1:5-7))
Cansado de las riquezas y los placeres, un poderoso brahmán del noreste de la India ordenó al más inteligente de sus sirvientes, llamado Sisa, que creara un juego capaz de entretenerlo. Al cabo de algún tiempo, Sisa presentó a su señor el ajedrez, un juego que emulaba la guerra y que se jugaba en un tablero con sesenta y cuatro casillas, que alternaban blancas y negras dispuestas en ocho filas y ocho columnas.
El brahmán quedó tan encantado que le permitió escoger su recompensa. Sisa le respondió: «Señor, soy un hombre modesto, y me conformaría con que me pague un grano de trigo por el primer cuadrado, dos por el segundo, cuatro en el tercero, ocho en el cuarto, y así sucesivamente hasta las sesenta y cuatro casillas».
El brahmán, encantado por la modesta petición de Sisa, accedió. ¿Sabes cuántos granos de trigo tendría que pagar el brahmán a Sisa? El rey ordenó a su tesorero que hiciera el cálculo, lo que le tomó más de una semana. Lo que a primera vista parecía un pago irrisorio ascendía en realidad a más de dieciocho trillones de granos de trigo: equivalente a poco más de 1,195 años de producción mundial de trigo.
Pero ¿qué lección aprendemos de este relato? Imagina que cada grano de trigo representa una decisión cotidiana que tomas que, unida a la siguiente, va multiplicando sus resultados. Nuestra historia se escribe mediante las pequeñas decisiones que tomamos cada día. Por eso en nuestro caso, como ocurre con la suma de los granos de trigo, pequeños comienzos pueden producir grandes resultados.
¿Quieres aprender inglés, hacer un curso técnico o empezar una rutina de ejercicios? Comienza hoy. ¿Quieres ser más generoso, dedicar más tiempo a la oración o completar tu lectura de la Biblia? Hoy es el mejor día para empezar. Lao Tsé decía que «un viaje de mil millas comienza con el primer paso», pero a partir de ahí podemos llegar «hasta el infinito y más allá» (Lightyear).