Los pobres en espíritu
“Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece” (Mat. 5:3, NTV).
No sé si alguna vez te pasó como a mí, que al leer “pobre en espíritu” te imaginaste a una persona debilucha, pálida y escuálida, con pocas perspectivas a futuro y una mirada que da lástima. ¡Ojalá sea la única con esa percepción errada!
La Biblia nos presenta a un grupo que es lo suficientemente fuerte y valiente como para reconocer su necesidad de Dios y que, contrario a no tener un futuro prometedor, ¡tienen justamente la promesa de que el Reino de los cielos les pertenece!
“Los que en su propia opinión son ricos y honorables, no piden ni reciben con fe la bendición de Dios. Sienten que están llenos, y por eso se retiran vacíos” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 13).
El pueblo escuchaba atónito este mensaje como algo totalmente nuevo.
En una página de Internet, encontré una lista de 20 características de una persona “pobre en espíritu”.
Te propongo que dediques unos minutos de este sábado a anotar características que crees que deberías tener como aspirante a esta promesa. Sé específico.
Todos podemos formar parte de este grupo, y en la Biblia tenemos indicios por todos lados de cómo comportarnos según este parámetro.
Sería interesante que separes una sección especial en un cuaderno para ir escribiendo lo que vayas aprendiendo de cada una de las bienaventuranzas en particular. Será como ir a una escuela intensiva y provechosa, y a la vez personalizada, con clases dictadas exclusivamente los sábados a los pies de Jesús.
Ojalá podamos obtener ese prometido acceso sin reserva y Jesús encuentre albergue en nuestro corazón hoy.