El tamborileo de los conejos
“Los conejos, pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra” (Prov. 30:26).
Nos encontramos una vez más ante unos animalitos que han servido de inspiración para muchos dibujos animados o cuentos infantiles. Quizá no son tan admirables como las hormigas por sus hábitos, aunque la construcción de sus madrigueras y su forma de reproducción pueden resultar bastante peculiares.
Hay un rasgo que los caracteriza: golpean sus patas, y lo hacen por diversos motivos. Pueden estar advirtiendo a los demás que hay peligro, expresando frustración o ira, o sencillamente jugar un rato.
Cada uno de estos lenguajes tiene su forma de expresarse, en diferentes grados de intimidad o conocimiento propio y del otro. En general, tendemos a brindar el lenguaje de amor que nos gustaría recibir a nosotros también. Pero es muy importante aprender cuáles son las formas de recibir y dar amor de las personas que nos rodean.
Ocurren muchas incomprensiones por falta de conocimiento de estos lenguajes. Y a la vez, una vez descubiertos, es mucho más fácil fomentarlos o recibirlos plenamente conscientes, generando así vínculos más fuertes y una sensación de apego mucho más segura y saludable.
Pensar en esto detenidamente puede llevar un buen rato, y no es algo que se detecte de la noche a la mañana. Tampoco será fácil poner absolutamente todo en práctica de una vez. ¡Ojalá las cosas fueran tan sencillas! Los seres humanos somos seres muy complejos, pero así nos creó Dios y en esa complejidad se encuentran infinitas oportunidades de amar y ser amados.
Kiki fue nuestra mascota durante unos cortos meses. Era un conejo blanco, de ojos rojos y pelaje sedoso. Murió atacado por un gato. En nuestra corta experiencia tratando con esa especie, no estábamos al tanto de las amenazas que corría o del estrés que agitaba su corazón cada vez que un felino se paseaba por nuestro patio. No supimos tratarlo ni entenderlo. Y pienso que, aunque el ejemplo sea exagerado, muchas de nuestras relaciones pueden correr peligro si no dedicamos tiempo a conocernos más, entendernos más y amarnos más.
Hoy es un buen día para ejercitar el amor, ese rasgo hermoso que define a Dios.