Un cuadro especial
«El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» (1 Juan 5: 12, RVC).
Un hombre adinerado y su hijo disfrutaban coleccionando obras de pintores famosos. Tenían una vasta colección. Cuando comenzó la guerra de Vietnam, el hijo fue al campo de batalla y murió mientras rescataba a otro soldado. El padre sufrió mucho la pérdida de su único hijo.
Un mes después, el padre recibió la visita de un joven que llevaba un gran paquete. Le dijo: «Señor, usted no me conoce, pero soy el soldado por el que su hijo dio la vida. Aquel día salvó a muchas vidas. Cuando me arrastraba hacia un lugar seguro, una bala le atravesó el corazón y murió al instante» . Luego le entregó el paquete que contenía un cuadro de su hijo que él mismo había pintado. El padre quedó asombrado de cómo el soldado había captado los rasgos y la personalidad de su hijo.
Meses después murió el rico coleccionista de obras de arte. Se subastó su colección de cuadros y acudió mucha gente acaudalada. El subastador anunció entonces que comenzarían con el cuadro del hijo. Alguien gritó: «¡Vinimos a ver las obras famosas! ¡Deje afuera ese cuadro!» . Pero el subastador continuó: «¡El hijo! ¡El hijo! ¿Quién quiere el cuadro del hijo?» . Finalmente, el fiel jardinero del dueño de los cuadros dijo que ofrecía diez dólares por el cuadro, porque no disponía de más dinero. «¡Que se lo lleve!» , gritaba la gente enojada. Nadie quería el cuadro del hijo. Finalmente, el subastador lo vendió al jardinero. Un hombre gritó: «¡Veamos ahora la colección de cuadros famosos!» .
El subastador dejó de lado su martillo y dijo: «Lo siento, pero la subasta ha terminado. El testamento contiene una estipulación secreta. Es la siguiente: Debía subastar únicamente el cuadro del hijo. La persona que lo comprara heredaría todos los bienes del padre, incluyendo la colección de cuadros. ¡El jardinero que compró el cuadro del hijo se queda con todo!» .
Del mismo modo, hace dos mil años Dios dio a su Hijo para que muriera en una cruz por la humanidad. Su mensaje para nosotros es: «¡El Hijo! ¡El Hijo! ¿Quién quiere el Hijo?» . Porque el que acepta al Hijo también recibe las incomparables riquezas celestiales y la vida eterna. ¿Aceptarías al Hijo de Dios como tu Salvador?