Liberados versus libertinos
Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Gálatas 5:13.
Aunque es una clasificación que se ha instalado, sigo sin encontrarla en la Biblia. Llevo buscando desde hace mucho tiempo un lugar donde aparezcan las palabras “conservador” y “liberal” y, la verdad, no lo encuentro. En mi búsqueda, sin embargo, me he afirmado en la idea de que hay una clasificación que no solo se halla en muchos textos sino que es de vital importancia: píos e impíos. Personas que deciden caminar con Jesús y personas que no. Y es de relevancia porque, con este asunto, hay vidas eternas en juego.
Pablo, en la Epístola a los Gálatas, nos recuerda que todos, gracias a Jesús, hemos salido de la esclavitud a la que nos sometió Satanás. Hemos sido liberados de la tiranía del maligno, de sus acusaciones y de su deseo de aniquilarnos. Cristo, con su muerte, no solo nos ha liberado sino que, además, nos proporciona las bases de una vida en libertad. Es una oportunidad única que nos convierte en mejores personas, en seres más plenos. Y, curiosamente, tras romper las cadenas de la sumisión, tenemos la tendencia a retroceder a los temas de la carne. Para algunos, carne animal; para otros, carne vegetal. A fin de cuentas, carne. No hay pecados de izquierdas o de derechas, los pecados no tienen orientación política, no le hacen ascos a ninguna ideología. Siempre son pecados.
La Biblia nos deja claro que la libertad en Cristo se mantiene en tanto en cuanto nos situemos cerca de él. Al alejarnos, vuelven las tentaciones y, en ocasiones, las caídas. Jesús siempre estará dispuesto a rescatarnos, pero ¿estaremos nosotros siempre dispuestos al rescate? Quizá por esta razón Pablo nos hace mirar más allá de nuestro ombligo y ver a los demás. Nos propone que nos sirvamos por amor en reciprocidad porque sabe que mientras estamos ayudando a los demás tenemos menos tiempo para pensar en tentaciones. Servir es el mejor entretenimiento para invertir el tiempo. No hay fiesta, videojuego o deporte que se le asemeje. Cuando se disfruta en el servir, se disfruta en compañía. Cuando se gana en el servir, ganan todos. Cuando se sirve, dan igual las etiquetas.
Oremos por la gracia de la libertad en Cristo. Pidámosle al Espíritu que sepamos vivir en esa libertad. Sean nuestras las palabras de Pablo: “El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Cor. 3:17).