Matutina para Jóvenes | Sábado 19 de julio de 2025 | Monedas y grillos

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Matutina para Jóvenes

«Pero el Señor llamó otra vez: ‘¡Samuel!’. Y Samuel se levantó y fue junto a Elí, diciendo: ‘Aquí me tiene usted;

¿para qué me quería?’. ‘Yo no te he llamado, hijo mío —respondió Elí—. Vuelve a acostarte’. Samuel no conocía al Señor todavía, pues él aún no le había manifestado nada» (1 Sam. 3:6-7)

En el pasaje de hoy se presenta una escena un poco jocosa, acompañada de una declaración bastante seria: Samuel escucha una voz, corre donde el anciano Elí para ver qué quiere, pero el sumo sacerdote le contesta: «Yo no te llamé, vuelve a acostarte». Acto seguido, la Biblia explica que «Samuel no conocía al Señor todavía». Parece increíble que alguien confunda la voz de Dios con la de un anciano, pero ese fue el caso de Samuel.

Una vez, un hombre criado en una gran ciudad paseaba por las bulliciosas calles de Nueva York junto a un amigo que había pasado su vida en el campo. Al detenerse en un cruce peatonal, el amigo del campo repentinamente preguntó: «¿Escuchas ese grillo chirriando?». Su amigo rio y le dijo: «¿Cómo es posible escuchar un grillo en medio de todo el bullicio de la ciudad?». El campesino sonrió y se agachó entre unos arbustos hasta que encontró el grillo. Lo mostró a su amigo y dijo: «Todo depende de los sonidos a los que estás acostumbrado». Luego, arrojó algunas monedas al suelo y observó cómo un grupo de personas volteaba la cabeza para ver dónde habían caído. Ambos amigos se sonrieron y comprendieron la lección.

¿Cuáles son los sonidos que tu oído reconoce? ¿Las notificaciones del celular? ¿El dinero? ¿La música que suena en la radio? A veces nos cuesta distinguir la voz de Dios de nuestros propios deseos porque no estamos acostumbrados a escucharlo. No obstante, en medio del bullicio de la vida, «Dios nos habla una y otra vez, aunque no lo percibamos» (Job 33:14, NVI). El mismo Jesús que dijo: «Yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos» (Apoc. 3:20), hoy te dice: «bendito es todo el que escucha» (Luc. 11:28, NTV).

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