La cabeza descubierta y la gorra en la mano
«Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso» (Eclesiastés 3: 11).
Un hombre que vivía en el campo, cerca de hermosas montañas boscosas, salió como de costumbre a dar un paseo una fresca primavera. Al acercarse a la casa de un anciano al que conocía desde hacía años, estaba a punto de llamarlo cuando lo vio de pie junto a la puerta, con la cabeza inclinada y la gorra en la mano. Esperó unos minutos antes de acercarse. Cuando llegó junto a él, le dijo:
—No te hablé porque pensé que estabas orando.
—Bueno, no hacía eso precisamente —contestó—; pero te diré en qué me ocupaba. Todas las mañanas durante cincuenta años, he descubierto mi cabeza en este lugar ante la hermosura de la creación.
¿Qué te parece? Una actitud tan reverente por la obra del Creador nos elevaría por encima de las preocupaciones, problemas, incomprensiones y frustraciones que frecuentemente enfrentamos, y promovería nuestra salud mental, física y espiritual.
¡Cuántas cosas hermosas nos ha concedido Dios! Millones de estrellas que brillan en el firmamento, una luna plateada que circula serenamente en su órbita alrededor de la Tierra, una puesta de sol que tiñe las nubes de hermosos colores, un pequeño colibrí que pasea su plumaje tornasolado frente a las flores que le dan su alimento.
Dios «en el momento preciso, todo lo hizo hermoso». Pero, así como el pecado ha afeado el alma, también ha estropeado la creación. Con frecuencia densas nubes ocultan las estrellas. Las hojas de los árboles se desprenden y los pétalos de las flores se marchitan.
Por eso llegará el tiempo cuando diga: «He aquí yo hago nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21: 5). Y así como renueva a jóvenes y adultos en Cristo, también creará cuerpos glorificados para cada uno de nosotros. Y de las cenizas de la tierra purificada surgirá ante la palabra de Dios un nuevo mundo de belleza inimaginable que testificará para siempre de Aquel que hace perfectas todas las cosas.
Nuestro Dios es experto creando maravillas y desea, como al principio, transformar tu vida a su imagen y semejanza, ¿te gustaría permitirle que reproduzca su carácter en ti, mientras te preparas para «un cielo nuevo y una tierra nueva»?