Los que son humildes
“Dios bendice a los que son humildes, porque heredarán toda la tierra” (Mat. 5:5, NTV).
Esta cualidad es muy difícil de encontrar. En la Biblia tenemos el ejemplo de Moisés, declarado como el hombre más manso de la tierra. ¡Y vaya si tuvo que serlo para liderar al quejoso pueblo de Israel!
Después de la Guerra Civil en los Estados Unidos, muchos esclavos fueron liberados. El problema era que no tenían educación y eso dificultaba que pudieran mantenerse.
Lewis Adams y Booker T. Washington, dos antiguos esclavos, se propusieron fundar una escuela para que sus compañeros esclavos liberados pudieran estudiar y valerse por sí mismos. Washington, que había accedido a una educación formal, fue designado como director del Instituto Tuskegee, en Alabama. Este puesto habitualmente era ocupado por gente de raza blanca, pero un nuevo horizonte se estaba abriendo en la historia norteamericana. En una antigua plantación que compró, estableció el campus que permanece hasta hoy.
Un día, poco después de comenzar a trabajar como director, una mujer blanca y rica lo detuvo para ofrecerle unos dólares a cambio de que cortara leña. Ella no sabía de quién se trataba. Él, sin decir nada, aceptó. Se arremangó la camisa y comenzó con la humilde labor encomendada. Cargó la leña en la casa, la puso al lado de la chimenea y se despidió. Pero una niña lo había reconocido y le reveló su identidad a la mujer. Avergonzada, al día siguiente fue a visitar al director a su oficina para pedirle disculpas.
“No hay ningún problema”, respondió él. “A veces me gusta hacer algo de trabajo físico. Además, es un gran placer hacer algo por un amigo”. La mujer estrechó su mano con cariño y le dijo que ahora valoraba aún más el trabajo que estaba haciendo. Con su influencia, persuadió a varios conocidos de buena posición económica a contribuir con donaciones para el incipiente Instituto.
La mansedumbre es requisito para entrar en el Reino de los cielos. En el carácter de Jesús se reveló, y él espera lo mismo de nosotros. Se humilló hasta lo sumo y se puso como ejemplo ante nosotros.
“La naturaleza humana pugna siempre por expresarse, lista para luchar; pero el que aprende de Cristo está vaciado de yo, de orgullo, de amor por la supremacía, y hay silencio en su alma” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 20).
Te invito a leer este capítulo entero hoy y a orar específicamente por aquellas áreas de tu vida en las que necesitas más humildad.