Advertencia, spoilers
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Jeremías 23:16.
Es la última temporada de la serie que más ha durado en este mundo, La Historia de la Redención. Hemos visto pasar multitud de personajes con sus grandezas y sus sombras, multitud de virtudes y maldades, multitud de tramas y desenlaces; pero, por fin, todo esto toca a su final. Al igual que en la primera venida de Jesús, hay variedad de propuestas que parecen mostrar lo verdadero pero que no son más que sucedáneos. Profetas de la ilusión se instalan en nuestras vidas ofertándonos la última tecnología que lo resuelve todo, la moda del momento, la palabra más in o el look más cool. Y así, aferrados a las redes de nuestros teléfonos y otros accesorios de esclavitud cibernética, comentamos lo superficial como si nos fuera la vida en ello, preferimos lo virtual a lo virtuoso, lo binario a lo pleno.
¿Cuánto tiempo podemos vivir de la ilusión sin terminar siendo unos ilusos? ¿Cuándo nos percataremos de que las visiones de este mundo apenas superan los cronogramas del mercadeo, las cifras de las ventas, la vanidad de las vanidades? ¿Cuándo comprenderemos que para los nuevos mesías con aspecto de bonachones Santa Claus, somos números en un balance?
Lamento contarte el final de esta película, pero esto no acaba con juventud a base de bótox, con felicidad comprada con divisas, con injusticia a costa de confort personal, con un gadget que asiste hasta mis pensamientos más oscuros. No, así no finaliza esta serie.
(Spoiler)
Hay muchos rumores de que esta no es la última temporada, pero sí lo es.
(Spoiler)
Esta serie concluye con un Salvador que, acompañado de miríadas de ángeles, hace de todo el cielo su pantalla y supera la mayor de las definiciones. Concluye con la vindicación de los justos y el juicio de los injustos por amor, y solo por amor. Concluye con la resurrección de los amados, de la gente de bien, de los puros. Concluye con un árbol que da vida por la eternidad a quienes comen de sus frutos. Concluye con un universo sin irregularidades, sin pecado, sin enfermedad ni muerte. Concluye con un Dios que vuelve a pasear con sus criaturas.
Que no te engañen, lo demás es ficción.
(Spoiler)
Y tú, si lo deseas, puedes participar de esas escenas como protagonista. Aquí no hay extras.