El libro más poderoso
«La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece firme para siempre» (Isaías 40: 8).
¿Alguna vez te has preguntado por qué septiembre es el mes de la Biblia? El 28 de septiembre de 1569 se publicó la Biblia del oso, llamada de este modo porque en su portada se podía observar la imagen de un oso que intentaba alcanzar un panal de miel colgado de un árbol. Tal vez te estés preguntando, ¿qué hace un oso en la portada de una Biblia? Verás, en aquella época estaba prohibido traducir la Biblia al idioma del pueblo, por esta razón se prefirió ponerle una portada con la cual pudiera pasar desapercibida por las autoridades.
El traductor de aquella versión fue Casiodoro de Reina, que fue una de las primeras traducciones de la Biblia al español. Años más tarde, en el 1602, Cipriano de Valera, a quien llamaban «el hereje español», actualizó y corrigió la Biblia del oso, que se convirtió así en la Reina-Valera, por los apellidos de su traductor y revisor. Desde entonces, cada revisión de la Reina-Valera incluye el año de su actualización (Reina-Valera de 1909, 1960, 1977, 1995, 2011 o 2015). Lo más probable es que tengas una de estas versiones en tu casa o instalada como aplicación en tu teléfono inteligente.
Nuestro pasaje de hoy nos recuerda que «la palabra de nuestro Dios permanece firme para siempre», hecho que ha quedado demostrado en la historia de la humanidad. Hoy 28 de septiembre, dos siglos después de que se quemaran tantas Biblias durante la Revolución Francesa, se han impreso más Biblias que nunca.
Ya no tenemos que escondernos para leer las Escrituras, ni acudir a un «traficante de Biblias» para conseguir algún ejemplar a riesgo de nuestras vidas. Sin embargo, ¿estás aprovechando el acceso que tienes a la Biblia? ¿La estudias diariamente? ¿O tienes mejores actividades en las que emplear tu tiempo?
Las Escrituras no pueden transformar la vida de quien decide ignorarlas. Pero si aceptas el reto de estudiarlas con diligencia, esta promesa es para ti: «Cada palabra que Dios pronuncia tiene poder y tiene vida. La palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos» (Hebreos 4: 12, TLA).