Renuncio
La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente. Tito 2:11, 12.
Hoy te propongo que hagas una lista de cosas que te pesan en el alma, para renunciar a ellas. Te propongo que des unos pasos adelante en la vida cristiana. Y, por si no se te ocurre nada, te propongo algunos ejemplos:
1. Renuncio a llevar una vida sin propósito, porque tengo algo que aportar a este mundo.
2. Renuncio a medir a los demás con mis propias medidas y me comprometo a dejar a Dios la evaluación de las personas. Mi función no es la de enjuiciar, y sí es la de colaborar con Jesús para que otros encuentren salvación en él.
3. Renuncio a dejar de amar. Pido fuerzas a Dios para que, pase lo que pase, mantenga la llama del amor en mi corazón. Estos son tiempos de desilusiones y agresiones, y no deseo responder al mal con otra arma que no sea el bien.
4. Renuncio a convertir a las personas en números. Las personas son personas y merecen mi respeto, mi empatía, mi consideración más profunda, porque sienten como yo siento.
5. Renuncio a perder mi identidad como cristiano porque el mundo desaparecería sin Jesús. Nunca seré perfecto, pero anhelo tener la actitud adecuada para que los demás vean una pequeña luz en mí. Eso quiere decir, además, que voy a volver a las fuentes, a releer los Evangelios, a repensar los Mandamientos, para conocer mejor qué soy y a quién sigo.
6. Renuncio al placer vacío, innecesario, decadente, y abrazo el gozo. Me propongo ser alegre porque mi Dios es alegre. Voy a disfrutar cada momento de esta vida de una forma sana pero intensa, de tal manera que dé ideas a los demás de lo bien que se vive la vida.
7. Renuncio al anonimato social. No pienso tener más miedo al qué dirán ni a las represalias. Voy a ser asertivo sentimentalmente y valiente espiritualmente. No busco protagonismo sino mi espacio en la sociedad como buen ciudadano. Y mi espacio tiene por objetivo que haya más inclusión, que generemos espacios donde todos quepan.
8. Renuncio al desaliento porque Cristo viene; porque la solución a los problemas de este mundo está a las puertas; porque mi corazón late agitadamente por esa experiencia.
Eran algunas ideas para comenzar, pero estoy seguro de que a ti se te van a ocurrir otras realmente interesantes.