Recalculando
Entonces él se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos. Marcos 9:25.
Siempre me resultó muy divertido. Durante una década viví en Argentina, un país tan hermoso como grande. En multitud de ocasiones, tuve la oportunidad de realizar diferentes viajes con amigos y compañeros. En ciertos momentos, el conductor sabía bien dónde íbamos; en otras, tuvimos que recurrir al GPS. El GPS, entonces, tenía la voz de una mujer con un marcado acento madrileño. Y era muy gracioso cuando la “gallega” decía: “Recalculando”. Realmente muy pintoresco.
Siempre me resultó divertido. El relato de los Evangelios sobre quién era el mayor, el que ocupaba el mejor lugar o el lugar de control, se zanja con un “recalculando”. Jesús da la vuelta a los esquemas de poder de la época, y de todas las épocas, e indica cuál es la clasificación del verdadero líder. Ser el primero es simplemente buscar una posición y no indica más que eso, posición. Alguien puede ser el primero y no ser idóneo. Alejarse de los deseos de protagonismo y de poder, colocándose al final de la fila para ayudar, es hablar de la naturaleza del líder y dice mucho de su idoneidad. Simon Sinek, un especialista británico en liderazgo, escribió un libro titulado Los líderes comen al final. Entre otras cosas, afirma que la característica de un verdadero líder es que se preocupa por las personas. Se espera a que todos hayan satisfecho sus necesidades antes de satisfacer las suyas.
Jesús dio ejemplo de ese modelo de liderazgo. Podría haber nacido en un hogar de la aristrocracia romana, ser de cuna patricia y tener el renombre de una familia reconocida. Eligió un humilde pesebre en una remota provincia del imperio. Podría haber estudiado en las academias más prestigiosas y, en cambio, aprendió entre los brazos de su madre, una joven judía. Podría haber tenido los discípulos mejor preparados y, por el contrario, se rodeó de pescadores. Podría haber ganado las batallas más espectaculares y, frente a ello, prefirió la cruz. Demostró que desde el final se empuja mejor el mundo. Acompañando a los insignificantes se construyen los cambios verdaderos.
La tentación parece irresistible porque todos tenemos sueños de grandeza, de influencia o de protagonismo. Es entonces cuando, allá, en el fondo de nuestra conciencia, suena una voz dulce y con acento galileo que dice: “Recalculando”. No vayas hacia arriba sino hacia abajo, sé humilde, sirve. Recuerda que los últimos serán los primeros porque la fila del reino de los cielos empieza por apartarse del yo.
Hay mucho por hacer y no hay tiempo para discutir sobre posiciones o minucias semejantes.