Matutina para Jóvenes | Viernes 17 de octubre de 2025 | El don de la aceptación

Matutina para Jóvenes | Viernes 17 de octubre de 2025 | El don de la aceptación

Matutina para Jóvenes

«Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios» (Efe. 2:8)

Mientras cursaba la licenciatura en Teología, tuve la oportunidad de tomar la clase de religiones comparadas. En ella aprendí que los musulmanes oran cinco veces al día, lo cual supera la frecuencia de oración de muchos cristianos. Los practicantes del judaísmo observan el sábado como día de reposo. Los hindúes consideran que la vida es sagrada y debe ser protegida. Para los budistas, la compasión hacia el prójimo es un tema central

de su religión.

Al aprender sobre otras religiones durante la clase llegué a preguntarme: «¿Y qué es lo distintivo del cristianismo? ¿Por qué soy cristiano y no musulmán o budista?». A simple vista todas las religiones se parecen. Todas creen en la existencia de Dios o de un panteón de dioses, todas nos invitan a ser buenos con los

demás. Pero si profundizamos un poco notaremos una gran diferencia entre el cristianismo y las demás religiones.

Casi todas las religiones siguen un patrón bastante similar. En primer lugar, se lleva a cabo una ceremonia de iniciación, como la circuncisión o la profesión de fe islámica. Posteriormente, una vez que la persona ha sido iniciada, comienza un recorrido espiritual. Finalmente, para recibir la recompensa y acceder al paraíso, se

debe someter a un juicio que determina la elegibilidad del individuo. Aparentemente, el cristianismo se ajusta perfectamente a esta descripción. Pero ¿y si te digo que no es así? En todas las religiones, la aceptación viene al final, después de pasar por el juicio; pero en el cristianismo somos aceptados por Dios en el momento en el que creemos en Jesucristo (ver Juan 5:24).

Visto desde esa perspectiva, el cristianismo ni siquiera es una religión, es una relación, y las relaciones no se basan en las obras sino en la aceptación. Ahora bien, las obras son importantes, pero ellas no nos sirven para que Dios nos ame y nos acepte. Ponemos en práctica las buenas obras no para ganar la aceptación de Dios sino porque ya hemos sido «aceptos en el Amado» (Efe. 1:6). Hoy puedes tener plena certeza de que en Cristo tienes vida eterna. Dios te ama y te acepta tal como eres. Además, pronto Jesús regresará para que estés siempre con él.

Deja una respuesta