Ezequías busca la superación
«Los hechos de Ezequías fueron rectos a los ojos del Señor, como todos los de su antepasado David» (2 Crónicas 29: 2).
Pocos podrían haber estado en condiciones más desfavorables para servir a Dios que un hijo del rey Acaz de Judá. Este había cerrado el templo de Jerusalén y construido altares a dioses paganos, incluso llegó al extremo de sacrificar a sus propios hijos como ofrenda quemada en honor de sus dioses. Pero Dios había preservado a su hijo Ezequías, quien luego fue coronado como rey cuando tenía apenas veinticinco años. Ezequías había observado tantas derrotas en la vida de su padre que se propuso ser diferente: «Así pues, he decidido hacer una alianza con el Señor, Dios de Israel, para que aparte su ira de nosotros» (2 Crónicas 29: 10).
Ezequías siguió los consejos de los profetas Isaías y Miqueas. Purificó y reparó el Templo, y reformó el sacerdocio. Destruyó los altares edificados a los ídolos, combatió la apostasía y recuperó el prestigio internacional del reino de Judá. Ezequías «puso su confianza en el Señor […] Por eso el Señor le favorecía y le hacía tener éxito en todo lo que emprendía» (2 Reyes 18: 5, 7).
Su reino fue invadido por el poderoso emperador asirio Senaquerib; pero, gracias a un milagro de Dios, lo derrotó, por lo que Senaquerib tuvo que volver avergonzado a su tierra. Por esta victoria, el «prestigio [de Ezequías] aumentó frente a las demás naciones» (2 Crónicas 32: 23).
Por supuesto, incluso Ezequías cometió errores. Uno grave fue cuando recibió a los embajadores del rey de Babilonia, luego de sanar de su enfermedad. Entonces, en vez de hablarles a estos embajadores de su Dios, hizo alarde de sus riquezas. El mismo Ezequías afirmó que los llevó a su palacio y vieron todo lo que había en él. No hubo nada que no les mostrara, pero no les habló de su Dios (Isaías 39: 4). Pero luego se arrepintió y el Señor lo perdonó.
Al igual que Ezequías tú puedes superar las circunstancias o el ambiente desfavorable donde creciste. Tu pasado no limita el poder de Dios para cambiar tu presente y tu futuro. La pregunta es, ¿te has propuesto ser diferente? Dios quiere escribir hoy en tu vida una historia de superación.