Una víbora agresiva
«La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado» (Génesis 3: 1)
En varios países latinoamericanos existen víboras venenosas y agresivas; sin embargo, no hay ninguna que sea tan veloz como la temida mamba negra africana. Esta serpiente es considerada la más rápida del mundo, con la capacidad de desplazarse a una velocidad de doce kilómetros por hora. Además, su veneno es extremadamente letal y puede causar la muerte de su víctima en menos de cinco minutos. Durante la temporada de apareamiento, esta serpiente se vuelve agresiva y ataca a cualquier persona o animal que entre en su territorio. La mamba negra promedio tiene un tamaño de 2.5 metros de largo, aunque puede alcanzar hasta 4.3 metros. ¡Esta serpiente es sin duda un adversario formidable!
Se cuenta la historia de un hombre que salió de su casa con una naranja en un bolsillo. Mientras caminaba entre la maleza, fue sorprendido por un ataque repentino de una mamba negra que lo mordió e inyectó su veneno. El hombre, en estado de pánico, pensó que moriría en cuestión de minutos. Sin embargo, no experimentó ningún síntoma extraño. De repente, se dio cuenta de que la víbora había mordido la naranja en su bolsillo y había inyectado el veneno en ella en lugar de su cuerpo. El alivio que sintió fue inmenso.
En Génesis 3 se habla de otra serpiente que utilizó una fruta para inyectar el veneno del pecado a toda la humanidad. En aquella ocasión, Satanás usó a la serpiente como medio para atraer la atención de Eva y así inyectarle el veneno conceptual que la llevó a desobedecer a Dios. Sin embargo, «aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña a todo el mundo» (Apocalipsis 12: 9), fue herida de muerte cuando Jesús murió en la cruz para proporcionar el antídoto necesario para neutralizar el veneno del engaño satánico. A pesar de esto, la serpiente herida se ha transformado en «león rugiente». El apóstol Pedro nos advierte: «Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar» (1 Pedro 5: 8).
¿Cómo puedes aplicar el antídoto de la cruz de Jesús a las heridas que te ha causado el veneno del mal? ¿Qué cambios necesitas hacer en tu forma de pensar y actuar para vivir en libertad y paz?