Matutina para Jóvenes | Viernes 4 de julio de 2025 | El precio de la libertad

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Matutina para Jóvenes

«Ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo» (1 Ped. 1:18-19)

Un día como hoy, 4 de julio, pero de 1776, el Congreso Continental proclamó la independencia de las trece colonias americanas del imperio británico. Dando paso así a la formación de los Estados Unidos de Norteamérica.

Un informe de The Baptist Program señala que de las 56 personas que firmaron la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, cinco fueron capturadas por los británicos y torturadas antes de darles muerte; a doce les incendiaron sus hogares; dos de ellas perdieron sus hijos en la guerra y nueve perdieron

sus propias vidas como soldados durante la guerra de independencia. Todas estas personas firmaron la declaración a sabiendas de la posibilidad de recibir la pena de muerte si eran capturadas por las autoridades. El precio de la libertad era caro; sin embargo, su valor era incalculable.

Si bien la libertad de un país resulta preciosa, la libertad del alma vale mucho más. En Marcos 10:45, Jesús

se presenta como Aquel que vino para «dar su vida en rescate por muchos» (NVI). Cuando Pedro repite la idea en su Carta, utiliza una figura conocida para sus lectores: la manumisión sacra. Este era un proceso legal mediante el cual un esclavo (o su benefactor) pagaba dinero al tesoro de un templo para que el dios honrado en dicho templo lo «comprara» o «rescatara» de su amo. Entonces, el esclavo sería propiedad de ese dios, pero en el contexto de la sociedad, era considerado una persona libre.

Nuestra libertad fue comprada con algo mucho más valioso que todo el oro y la plata del mundo: la sangre de Cristo. Así que tú vales mucho más que la independencia de cualquier país. El precio que Jesús pagó por ti te otorga un valor incalculable. Además, te brinda la oportunidad de vivir una vida plena. Ahora que ya no estás esclavizado por el pecado, te has convertido en propiedad sagrada del Señor Jesús. Eres libre para amar a Dios, libre para amar al prójimo y libre para servir a la humanidad.

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