Como un pez fuera del agua
¿Qué mujer que tiene diez monedas y pierde una de ellas, no enciende una lámpara y barre la casa buscando con cuidado hasta encontrarla?
Lucas 15: 8, NVI.
Un periódico británico publicó este titular: «Víctima de un accidente que fue lanzada casi cinco metros por los aires al volcar un automóvil en una autopista, vuelve a nadar con normalidad».
¡Vaya! ¿Cómo es eso?
Bercy, un pez dorado de cuatro años, salió disparado de una pecera hacia el exterior del automóvil tras un accidente en Leicester, Reino Unido. La policía que llegó al lugar del accidente encontró el interior del automóvil empapado y lleno de arena de colores. Mientras los paramédicos atendían a Sofía, la conductora, por lesiones en el cuello y los brazos, los agentes buscaron por toda la carretera a la otra víctima del accidente: un pez dorado.
Un portavoz de la policía dijo: «Evidentemente, la pecera había volcado en la colisión. Al darse cuenta de que la gente no suele transportar peceras llenas de agua a menos que haya un pez dentro, los agentes registraron el automóvil, pero no pudieron encontrar el pez».
Poco después, los agentes que barrían los cristales de la calzada encontraron un pequeño pez dorado en medio de la carretera, a casi cinco metros de donde había colisionado el automóvil.
No creían que el pez hubiera podido sobrevivir durante quince minutos fuera del agua, pero de todos modos se lo llevaron a la ambulancia. Cuando un paramédico metió a Bercy en agua, el pez dorado empezó a nadar inmediatamente.
Aquellos agentes tenían un gran corazón. No tenían por qué preocuparse por un simple pez dorado, pero lo buscaron hasta encontrarlo. Seguro que Sofía se sorprendió y se alegró de que el pequeño pez sobreviviera.
Jesús contó una parábola sobre una mujer que tenía diez monedas y perdió una de ellas. Esta mujer buscó y buscó hasta que la encontró. Con esta historia, Jesús nos enseñó cómo se siente cuando uno de nosotros se pierde y se aleja de él. Jesús siempre nos busca porque quiere salvarnos.