La protección del wómbat
“Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite” Salmo 18:2.
Mi animal favorito de Australia se llama wómbat, y te preguntarás por qué me gusta tanto. En primer lugar, me gusta el nombre. En segundo lugar, me gusta porque parece un gran oso de peluche. Pero, sobre todo, me gusta por cómo se protege.
La mayoría de los animales tienen una forma natural de protegerse del peligro. Algunos son muy rápidos, otros son buenos trepadores o saben camuflarse para esconderse. Sin embargo, el wómbat no hace nada de eso. De hecho, el wómbat suele ser lento, aunque en distancias cortas puede correr hasta 40 kilómetros por hora, pero luego se cansa. Uno de los animales que suele cazarlo es el dingo. Los dingos se parecen un poco a los perros o a los coyotes, y corren bastante rápido. Entonces, ¿cómo hace un wómbat para que no lo cacen?
Puede que los wómbats sean lentos, pero tienen un arma secreta, su trasero. El trasero del wómbat es muy duro y está cubierto de una piel muy dura. Cuando el dingo inicia la persecución, el pequeño wómbat corre tan rápido como puede; cuando el dingo está a punto de alcanzarlo, el wómbat se mete rápidamente en un agujero. El dingo, con sus largas patas y su gran velocidad, no puede detenerse tan rápido y pasa corriendo. Cuando se detiene y vuelve a buscar al wómbat, la dura piel de su trasero le impide agarrarlo con los dientes, así que pronto se da por vencido y va tras una presa más fácil.
¿No es increíble la forma en que Jesús nos ha creado a cada uno? ¿Cuáles son tus habilidades especiales? ¿Qué talento secreto te ha dado Jesús? Tal vez se te dé bien escribir poemas o dibujar caricaturas. Tal vez seas bueno contando historias, o quizá seas un buen amigo. Cualquiera que sea tu talento especial, Jesús puede ayudarte a usarlo para glorificarlo.
Joelle