Advertencias sabias
“Más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio, porque este ya no admite consejos” Eclesiastés 4:13.
Al papá de Julián le encantaba contar historias sobre un mono araña loco que tuvo cuando era niño. Parecía que Coco, el mono, era uno de los más grandes escapistas de todos los tiempos. Papá contaba una historia tras otra sobre los líos en que se metía Coco cuando se las ingeniaba para abrir por sí solo las jaulas en las que lo ponían.
Con el paso de los años, llegó el momento de encontrar un nuevo hogar para Coco. Los abuelos de Julián se pusieron en contacto con una tienda local y el dueño aceptó vender a Coco por ellos. La tienda vendía mascotas y tenía varias en jaulas, pero también vendían maquetas de aviones, barcos y automóviles.
De hecho, había un montón de aviones colgados del techo.
El abuelo dejó a Coco en la tienda un viernes por la tarde, no sin antes advertirle al dueño de la tienda de que Coco era muy listo y que podía escaparse de casi cualquier jaula en la que lo posieran. El dueño asintió y sonrió al ver a Coco jugando inocentemente en su jaula. Por desgracia, no se tomó en serio la advertencia y utilizó un anticuado pestillo de madera para asegurar la jaula de Coco.
El lunes por la mañana, cuando el hombre abrió la tienda, ¡apenas la reconoció! Coco había escapado de la jaula, abrió las jaulas de los demás animales y luego empezó a balancearse por el techo. Si quería volar o no, nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que saltó de avión en avión haciéndolos estrellarse contra el suelo.
¿Alguna vez te alguien te dio una advertencia y decidiste ignorarla? Dios nos envía advertencias para protegernos y mantenernos felices. Desgraciadamente, algunos de nosotros nos creemos más inteligentes. La historia de Coco nos recuerda que, cuando alguien en quien confiamos nos advierte de algo, debemos prestarle atención.
Joelle