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En el rancho
“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho”. Filipenses 4:6.
Un día de paseo en la escuela es de esos días raros en los que los niños se despiertan antes que la familia, hacen la cama rápidamente, se ponen el uniforme y, después de la devoción personal y otros preparativos, salen muy animados de casa. Ver el colectivo parado en el portón ya hace que todos se sientan inquietos. Después, charlas felices en la fila, atención a las instrucciones de la maestra y ¡nos vamos!
El paseo de esa mañana de verano era hacia un rancho lleno de animales, plantas y actividades. El grupo de 2° grado estaba eufórico. Para algunos, era la primera vez que participarían de un paseo con los compañeros. Gabriel estaba muy animado también: jugó en el parquecito de madera, observó a las gallinas alimentándose, ayudó a ordeñar una vaca y aprendió el nombre de distintas plantas del jardín. ¡Qué lugar hermoso era el rancho!
Caminó y caminó admirando a los pajaritos en los árboles y corriendo entre los canteros. Pero, ¿dónde estaba ahora? Cuando se dio cuenta, no veía a nadie cerca. A lo lejos el pasto se extendía frente a los ojos del niño, que ahora estaba asustado y se mordía las uñas con ansiedad por la situación. Gabriel sintió miedo de seguir caminando y alejarse aún más, pero recordó cómo los héroes de la Biblia solucionaban los problemas. Decidió oran “¡Mi Dios, ayúdame!»
Apenas abrió los ojos llorosos, el niño divisó a una joven saliendo de un corral. Corrió hacia ella, que enseguida comprendió la situación. Los pajaritos cantaban una melodía de paz mientras la empleada del rancho lo llevó hasta donde estaba su maestra.
En momentos de ansiedad, tristeza o aflicción: respira, ora al Señor y cálmate con la certeza de que él tiene la respuesta para todos los problemas.
MI ORACIÓN: ¡OH, SEÑOR, HOY TE ESTOY AGRADECIDO PORQUE SÉ QUE PUEDO CONFIAR EN TI!
ANSIEDAD: IMPACIENCIA. AFLICCIÓN, PREOCUPACIÓN; COMO UNA TRISTEZA MEZCLADA CON PRISA EN ESOS MOMENTOS. CLAMAMOS: “¡AYÚDAME, JESÚS!».