135.000 contra 300
“Los tres grupos tocaron al mismo tiempo los cuernos de carnero y rompieron los cántaros. En la mano izquierda llevaban las antorchas encendidas, y los cuernos de carnero en la derecha, y gritaban: ‘¡Guerra! ¡Por el Señor y por Gedeón!’ ” (Jueces 7:20).
La coalición enemiga de Israel junto con sus camellos parecía una plaga de langostas o la arena del mar (vers. 12). Los soldados sumaban unos 135.000 (8:10). Cuando Gedeón convocó a los israelitas a luchar acudieron 32.000 personas, pero Dios no estuvo de acuerdo con esa cantidad, porque 22.000 estaban llenos de temor. ¡Más de dos terceras partes! Como el temor se contagia más fácil que el optimismo, era cuestión de tiempo para que el desánimo alcanzara hasta los que entonces confiaban en Dios. Por lo tanto, Gedeón indicó que los temerosos se fueran, y ellos obedecieron rápidamente (7:3).
El ejército de Israel se redujo a 10.000 soldados, pero aún Dios dijo que eran muchos. Le dio indicaciones a Gedeón hasta quedaron solo 300 soldados valientes. Además Gedeón dividió esa cantidad en tres escuadrones de 100 cada uno. ¿Qué probabilidad había de que Israel venciera? Ninguna. A menos que Dios hiciera uno de los mayores milagros. Ese era el objetivo de Dios: que cada israelita estuviera seguro de que Dios peleaba sus batallas.
Dios hasta les dijo qué “armas” llevar. En esta ocasión las armas fueron jarrones, trompetas y antorchas. La estrategia fue atacar de noche y rodear al enemigo para que pareciera que eran muchos. Entonces, gritaron todos juntos: “¡Por el Señor y por Gedeón!”. ¿Cuál fue el resultado de esa estrategia? Que los enemigos de Dios se destruyeron unos a otros. La Biblia cuenta: “Mientras los trescientos israelitas seguían tocando los cuernos de carnero, el Señor hizo que los madianitas lucharan entre sí, y que salieran huyendo” (vers. 22).
Dios fue misericordioso y, gracias a la determinación de Gedeón, Israel disfrutó de paz y soberanía durante los siguientes cuarenta años (8:28). Hoy Gedeón nos inspira a aferrarnos a Dios, incluso cuando sus indicaciones vayan en contra de todas las probabilidades.