La envidia
“La mente tranquila es vida para el cuerpo, pero la envidia corroe hasta los huesos” (Proverbios 14:30).
¿Sentiste envidia alguna vez o sabes lo que es? Según el diccionario es el “deseo de algo” que otro posee, o sentir tristeza cuando a otra persona le va bien. Y no se refiere solo a cosas materiales, también se puede sentir envidia porque a alguien le va mejor en Matemáticas, por ejemplo.
La envidia es considerada como el primer pecado, pues apareció antes de que Adán y Eva fueran creados y en un lugar lejos de nuestro planeta. ¿Ya lo descubriste? Claro, inició en el Cielo, un entorno perfecto, con Lucifer. Él envidiaba la posición de Dios, quería ser el mayor, el rey del Cielo. Isaías 14 dice que Lucifer se dijo a sí mismo: “Voy a subir hasta el cielo […] seré como el Altísimo” (vers. 13, 14). Pero el profeta también nos dice lo que en realidad le ocurrió a Lucifer: “Fuiste derribado por el suelo […]. ¡Has bajado al reino de la muerte, a lo más hondo del abismo!” (vers. 12, 15).
Santiago nos dice cuáles son las consecuencias de la envidia: “Donde hay envidias y rivalidades, hay también desorden y toda clase de maldad” (3:16). Por su parte, el apóstol Pablo afirmó: “Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran” (Rom. 12:15). Muchas personas pueden sentir envidia y preguntarse: “¿Por qué a él le va bien y a mí no?”.
Por fortuna, la sabiduría que procede de Dios nos permite quitar este mal de nuestros pensamientos y estar alegres cuando a otro le va bien. Santiago nos dice: “Pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios, llevan ante todo una vida pura; y además son pacíficos, bondadosos y dóciles. Son también compasivos, imparciales y sinceros, y hacen el bien” (3:17).
Si estás sintiendo envidia de alguien, pídele a Dios la sabiduría necesaria para quitar la envidia de tu corazón y alegrarte por los logros de los demás.