Los castores
“Anda a ver a la hormiga, perezoso; fíjate en lo que hace, y aprende la lección” Proverbios 6:6.
Si alguna vez estás cerca de un estanque tranquilo y ves en él un gran montón de barro y palos, estate atento pues es probable que veas un castor.
Los castores viven en toda Norteamérica. Construyen refugios de barro y palos de varios metros de alto y de 2 a 3 metros de ancho, con entradas bajo el agua lo suficientemente grandes para la familia de castores. Así están a salvo de animales como lobos y zorros.
Para asegurarse de que el agua se mantenga lo suficientemente alta como para cubrir la entrada a su hogar, los castores bloquean o taponan el agua en la que viven con palos, barro y piedras. A veces, construyen diques para retener el agua y crear un estanque donde están sus árboles favoritos para comer.
Para alimentarse, los castores comen ramitas y cortezas y pueden talar árboles de 30 centímetros de diámetro con sus afilados dientes. Se les da tan bien que pueden hacer que los árboles caigan justo en medio de un estanque, ¡así tienen la comida en la puerta de la casa!
Mientras vigilas algún estanque en busca de un castor, mantén también los oídos atentos: puede que oigas un fuerte “manotazo” en el agua. Eso significa que los castores que viven allí te han visto y utilizan su cola plana para golpear el agua como señal de peligro y avisar a los demás castores.
Los castores son astutos. Construyen sus refugios y presas con habilidad, y son muy trabajadores. Pídele a Jesús que te ayude a ser un buen trabajador, como el castor.
Vicki