La estrategia divina
“La gente gritó y las trompetas sonaron. Al oír los israelitas el sonido de las trompetas, comenzaron a gritar a voz en cuello, y la muralla de la ciudad se vino abajo” (Josué 6:20).
Desde una perspectiva militar, rodear Jericó seis días no tenía sentido… más bien era una pérdida de tiempo. La primera lección que debía aprender Israel era depender de Dios como estratega, por absurda que pareciera la orden. Sin duda, por ser Jericó la primera ciudad por conquistar, el pueblo estaba entusiasmado. ¡Muchos deseaban atacar ya! Por eso la indicación de esperar una semana se convirtió en una prueba de paciencia.
Por otra parte, rodear la ciudad sin llevar algún arma consigo fue un desafío para algunos, que se preguntaron: “¿No será que nos estamos exponiendo y alguien desde la muralla nos pueda atacar?”. En realidad, los habitantes de Jericó estaban paralizados por el temor (vers. 1). Presta atención a esto: antes de darle un triunfo al pueblo, Dios quería prepararlos para que reconocieran que la victoria había sido posible por él.
El séptimo día todo fue diferente: rodearon la ciudad siete veces, los sacerdotes hicieron sonar sus trompetas y el pueblo gritó con toda sus fuerzas. Entonces, las murallas cayeron (vers. 5, 15, 16, 20). Jericó era una ciudad-estado de cuatro hectáreas de superficie, y tenía su propio rey (Jos. 12:9-24). La ciudad contaba con doble muralla de cuatro y medio metros de altura. ¿Qué o quién provocó la caída de las murallas? Dios usó la fuerza de la naturaleza, en este caso, un terremoto que sacudió la zona donde estaba asentada Jericó, para darle el triunfo a su pueblo.
En cuanto a Jericó, la ciudad fue totalmente destruida. Su destrucción es una de muchas representaciones bíblicas, en “miniatura”, de la destrucción del mundo cuando Jesús vuelva por segunda vez. Jericó fue destruida por la idolatría, la violencia, la maldad y la oposición abierta a los mandamientos.
La historia muestra la intervención divina en nuestro mundo. Estar del lado de Dios nos garantiza la victoria cuando él venga otra vez.