Mantequilla de maní y mermelada
“Para que nadie encuentre en ustedes culpa ni falta alguna, y sean hijos de Dios […]. Entre ellos brillan ustedes como estrellas en el mundo” Filipenses 2:15.
Era el día después de Navidad. Sharon y Bobby paseaban por un centro comercial abarrotado de gente cuando se detuvieron en la tienda de animales y vieron algo muy inusual. En la jaula de tortugas había dos tortugas unidas por el lado del estómago, cerca de la cola.
Sharon y Bobby compraron las tortugas, se las llevaron a casa y las llamaron mantequilla de maní y mermelada, “porque no puedes tener una sin la otra”. Su plan era separarlas si encontraban un veterinario que lo hiciera.
Las dos tortugas pasaron casi la mitad de su vida con una sobre el lomo y la otra intentando darse la vuelta. Bobby y Sharon daban la vuelta a las tortugas, controlando cuidadosamente el tiempo que una permanecía boca arriba y la otra boca abajo. Buscaron un veterinario que aceptara operarlas para separarlas. Finalmente, dos veterinarios de Arizona dijeron que sí.
La operación fue un gran éxito y ahora ya no son un sándwich. De hecho, se quedaron un poco confusas cuando descubrieron que ya no estaban unidas y que podían mantenerse erguidas, porque habían vivido la mayor parte de su vida un poco inclinadas.
Nuestra vida también puede inclinarse un poco. A veces, nos acostumbramos demasiado a vivir un poco ladeados. Por ejemplo, nos torcemos por no decir siempre la verdad o por no ser amables. Pero cuando decidimos seguir a Jesús, podemos enderezarnos y brillar como estrellas en el cielo.
Dee