El Padre Celestial te llama
Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Juan 10: 27
En el Centro de Fauna de Fox Valley, en Illinois, Estados Unidos, se suelen recibir llamadas inusuales. Una vez llamó alguien que había encontrado en su garaje a una pata joyuyo con un hilo de pescar enrollado alrededor de su cuerpo. Más de una docena de patitos deambulaban cerca. Sandy, la veterinaria de guardia, le pidió a la persona que llamó que tomara a la pata, la metiera en una caja y luego reuniera a sus crías y las metiera en otra. Pero era más fácil decirlo que hacerlo.
Una vez en el centro, cortaron el hilo que apretaba a la pata joyuyo. La veterinaria la examinó y consideró que estaba lo bastante bien como para devolverla a la naturaleza.
«Se me encomendó la maravillosa y difícil tarea de liberarla», dijo Sandy más tarde. Entonces, llegó al lugar de la liberación con las crías en una caja y la madre en una jaula. Era cerca de un gran estanque con mucha hierba en la orilla y un arroyo cercano de aguas tranquilas.
Colocaron la caja con los patitos y la jaula de la pata en el suelo, y Sandy soltó primero a las crías. Los patitos salieron contoneándose, investigando el entorno. Entonces, Sandy abrió la puerta de la jaula de la madre. No ocurrió nada. La pata no se movió.
Pasaron unos instantes y, de repente, la mamá pato oyó a sus crías que se acercaban al borde del estanque. Salió de la jaula y graznó, y enseguida todos corrieron hacia ella.
La llamada de sus crías le dio a la asustada pata joyuyo el valor para salir de la jaula y graznar a sus patitos, quienes reconocieron su voz y corrieron a su encuentro. Nuestro Padre celestial nos llama de la misma manera y, si lo conocemos y reconocemos su voz, él nos guiará a nuestro hogar celestial.