Giezi
“Entonces él y todos sus acompañantes fueron a ver a Eliseo. Al llegar ante él, Naamán le dijo: ‘¡Ahora estoy convencido de que en toda la tierra no hay Dios, sino solo en Israel! Por lo tanto, te ruego que aceptes un regalo de este servidor tuyo’ ” (2 Reyes 5:15).
Naamán pensaba que tendría que pagar mucho dinero para recuperar la salud; por eso, salió de su casa con diez talentos de plata, seis mil piezas de oro y diez mudas de ropa (vers. 5). Después de sanarse, Naamán regresó a buscar a Eliseo para agradecerle y para hacer una declaración de fe en el Dios verdadero. Como muestra el versículo de hoy, dijo también: “Este servidor tuyo no volverá a ofrecer holocaustos ni sacrificios a otros dioses, sino al Señor” (vers. 17). Pero además regresó con la intención de que Eliseo aceptara todos los bienes que traía desde su casa. Eliseo los rechazó. ¿Por qué? Porque el milagro a favor de Naamán fue por gracia y representa cómo Dios nos da la vida eterna. Si Eliseo hubiera aceptado el regalo, el simbolismo se hubiera roto.
Pero Giezi no pensaba igual que Eliseo. Él vio una excelente oportunidad de enriquecerse. Corrió con todas sus fuerzas casi dos kilómetros hasta alcanzar a Naamán, y cuando este descendió del carruaje para atenderlo, Giezi mintió, inventó una historia y dijo que Eliseo lo había enviado (vers. 22). Fíjate en esto: el pecado de la codicia, desobedecer el décimo mandamiento, lo llevó a Giezi a desobedecer otros mandamientos más, como el tercero y el noveno. Aunque el décimo mandamiento, “no codiciarás”, tiene que ver con la mente, los pensamientos y los deseos, al final hace que desobedezcamos muchos más.
Giezi pensó que nadie conocía sus verdaderas intenciones, y se olvidó de que nada se le puede ocultar a Dios. Las consecuencias para Giezi fueron desastrosas, pero ahora él contrajo la lepra.
Aunque el dinero y las posesiones no son el problema, nuestra actitud hacia ellas sí puede causarnos problemas. Siempre será más inteligente vivir agradecido y contento con lo que Dios te da.