Plena restauración
“Voy a ser para Israel como el rocío, y él dará flores, como los lirios. Sus raíces serán tan firmes como el monte Líbano; sus ramas se extenderán hermosas como las ramas del olivo, y será su aroma como el de los cedros del Líbano” (Oseas 14:5, 6).
Oseas compara la reconciliación del Israel con Dios como un campo verde, con árboles y flores bellas que perfuman todo el lugar. ¿Has estado en un lugar así? ¿No es hermoso sentir la suave brisa, el aroma de las flores, recostarse bajo la sombra de un árbol y escuchar el canto de las aves? Todo esto representa las ricas bendiciones de Dios sobre su pueblo. En lugar de sequía e infertilidad, Dios les daría bendiciones que les pertenecían desde hace mucho, como parte del pacto de Dios con Israel.
Estar en paz con Dios no solo cambia el interior, también el entorno se ve favorecido: en lugar de angustia e incertidumbre, reinan la paz y el amor; y en lugar de adulación propia, hay alabanzas a Dios.
La ruina de Israel ocurrió como resultado de seguir a los ídolos. Pero después, gracias a los mensajes de los profetas, Israel los abandonaría al punto de decir: “¿Qué me importan ya los ídolos?” (vers. 8).
Cuando el profeta menciona que “sus raíces serán tan firmes como el monte Líbano” (vers. 5) se refiere a la restauración de la fuerza de la nación. Ciertamente, alejarnos de Dios nos debilita, el pecado trastorna nuestras capacidades, pero un efecto de volver a él es la fuerza moral y física. Cuando hacemos de Dios nuestro compañero, somos como las “hermosas […] ramas del olivo”. El aceite de olivo era un recurso muy valioso en la antigüedad, ilustra a la perfección lo que tú vales para Dios.
El arrepentimiento verdadero es parte esencial del plan de Dios para restablecer el compañerismo con cada persona y darle una mejor vida. Él espera que seas sabio y andes en sus caminos. El libro de Oseas termina así: “Que los sabios y prudentes entiendan este mensaje: Los caminos del Señor son rectos, y los justos los siguen…” (vers. 9).
Pídele a Dios que te dé la sabiduría necesaria para no apartarte nunca de su lado.