La traición
“Les dije entonces: ‘Si les parece bien, páguenme mi salario; y si no, déjenlo’. Y me pagaron treinta monedas de plata” (Zacarías 11:12).
Imagina que eres fanático de algún equipo de fútbol, béisbol o el deporte que prefieras. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por una pelota que haya usado el equipo? El 7 de agosto del 2007, Barry Bonds, un jugador de béisbol de Los Gigantes de San Francisco logró una nueva marca de cuadrangulares al sacar la pelota del parque 756 veces. ¡Esa pelota era muy valiosa! Fue vendida por 750.000 dólares. ¡Una fortuna!
El versículo de hoy menciona treinta monedas de plata. Es una profecía que se refiere al dinero que le pagarían a Judas Iscariote (un discípulo de Jesús) por entregar a Jesús para ser arrestado y finalmente crucificado. ¡Exactamente treinta monedas de plata!
Juan 12:1 al 8 dice que Jesús se encontraba cenando en casa de sus amigos y, en un momento, María derramó un perfume en los pies de Jesús, los lavó y los secó con sus cabellos, como una muestra de aprecio y adoración a su Maestro. En ese instante, Judas Iscariote (el discípulo que vendió a Jesús) reprochó: “¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios y se les dio a los pobres?”, demostrando que para él era un desperdicio de dinero haber usado ese perfume para lavar los pies de Jesús. Claramente el perfume tenía más valor para Judas que el propio Jesús, porque el valor del perfume (trescientos denarios) representaba el pago de diez meses de trabajo, mientras que el valor que le asignó a Jesús (treinta monedas de plata) era el pago por dos semanas de trabajo.
Judas tenía sus prioridades desordenadas, Jesús no ocupaba el primer lugar en su vida, sino la ambición por el dinero; por eso llegó a traicionarlo. Piensa por un momento, ¿qué valor tiene Jesús en tu vida? ¿Ocupa Jesús el primer lugar y el más importante, o está debajo de una larga lista de prioridades?
Es momento de poner a Jesús en primer lugar.