
En las altuuuuras de la confusión
«Hubo un tiempo en que todos los habitantes del mundo hablaban el mismo idioma y usaban las mismas palabras». Génesis 11:1.
Cada pueblo tiene sus normas, su manera de vivir y un idioma específico para que las personas puedan comunicarse. Hay lugares en el mundo donde se hablan dos o tres idiomas, pero imagínate a un pueblo con decenas y decenas de idiomas. ¿Será que todos se entenderían?
¡Imagínate qué raro sería una escuela en la que la maestra hablara en italiano, un compañero hablara en inglés, otro en español, otra persona en francés, y otras más portugués, guaraní, holandés, árabe! ¡Ufff! Sería bastante raro, ¿verdad?
En la antigüedad, las personas hablaban el mismo idioma y todos se entendían. La Biblia tiene una historia curiosa. Sucedió después de Noé, del arca y del Diluvio.
El pueblo no quiso creer en la promesa de Dios de que no habría más destrucción total por medio de agua, y ¡y decidieron construir una torre que llegara hasta el cielo!
Hoy, el edificio más alto del mundo es el burj khalifa que queda en los Emiratos Árabes y mide 828 metros, la gente de la que estoy contando quería hacer algo alto también. Dios se puso triste porque la torre era un símbolo de la falta de fe de las personas. Por eso, confundió su idioma e hizo que cada persona hablara un idioma distinto. Nadie conseguía entenderse; era imposible seguir la construcción. Esa historia llegó a ser conocida como la «Torre de Babel», porque «babel» significa «confusión» y eso fue exactamente lo que sucedió. ¿Será que estamos hablando el mismo idioma de amor y servicio? Si actuamos de manera distinta, habría una gran confusión.
Mi oración: Señor, yo quiero ser un(a) niño(a) que «hable» el lenguaje del amor de Cristo por la humanidad.