Fe en acción
“Cuando los sacerdotes que llevan el arca del Señor de toda la tierra metan los pies en el agua, el río se dividirá en dos partes, y el agua que viene de arriba dejará de correr y se detendrá como formando un embalse” (Josué 3:13).
Aunque en el pasado Dios había abierto el Mar Rojo usando como instrumento a Moisés, la vara y el viento, eso no quería decir que usaría la misma forma ahora con Josué. Dios puede llevar a cabo los milagros de la forma que quiera. Su poder no se limita a una forma o a un método. Hoy puede hacer un milagro para ti de cierta forma, y luego hacer el mismo milagro para tu vecino, pero con un método distinto.
En esta ocasión, para que las aguas del Jordán se abrieran e Israel avanzara, los sacerdotes tenían que poner sus pies en el agua. Dios esperaba que su pueblo fuera más maduro en la fe y entrara al agua. A diferencia de cuarenta años atrás, cuando los padres de esta generación permanecieron pasivos, como espectadores, antes de que el Mar Rojo se dividiera, ahora ellos estarían activos desde antes de que ocurriera el milagro.
Un asunto muy importante, antes de que el milagro se realizara, fue que cada israelita debía santificarse: “Josué dijo al pueblo: ‘Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros’ ” (vers. 5, RVR 95). En otras palabras, para que Dios hiciera “maravillas” a favor del pueblo, todos debían purificarse externamente y consagrarse a Dios en su corazón.
Lo mismo espera Dios de nosotros hoy. La auténtica fe en Dios es viva y se demuestra en acciones de obediencia. Solo así crecemos. A medida que avancemos por fe y estemos dispuestos a “mojar nuestros pies” ante las órdenes de Dios, vamos a progresar hasta la madurez como cristianos.
En la vida cristiana no podemos ser neutros: o avanzamos día a día, o pasamos desapercibidos sin experimentar ninguna “maravilla” en nuestra vida. ¿Estás listo para confiar en Dios?