Una cuestión de enfoque
“Vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes. Nosotros éramos, a nuestro parecer, como langostas, y así les parecíamos a ellos” (Números 13:33).
Israel llegó rápido a los límites de Canaán. Los estudiosos de la Biblia dicen que, desde el Sinaí, solo fueron quince días de viaje. Muy pronto su sueño se concretaría. Pero… no contaban con el informe de diez espías incrédulos. ¿Qué ocurrió? Dios ordenó que doce hombres (uno por cada tribu) fueran a reconocer la tierra. Las personas elegidas eran especiales, eran los principales de la tribu que representaban. Tenían influencia y autoridad.
Después de cuarenta días terminaron su misión y regresaron para dar un informe. Su aventura de espionaje debió servir para afirmar su fe. Vieron con sus propios ojos todo lo que habían escuchado sobre Canaán. Se dieron cuenta de la grandeza de las ciudades y la fertilidad de la tierra. Recorrer una gran distancia cargando un solo racimo de uvas entre dos personas. Sin embargo, a la hora de hablar, diez coincidieron en que era imposible conquistar Canaán, ya que ahí vivían gigantes poderosos y ellos eran como langostas. ¿Y si les damos la razón? Después de todo, ¿qué somos nosotros delante de Dios? El profeta Isaías escribió: “Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas” (Isa. 40:22, RVR 1960). El problema es que ellos no creían que los supuestos gigantes ¡también eran como langostas para Dios!
Josué y Caleb entendieron todo. Para ellos, que confiaban en Dios, la conquista no sería tan difícil. Con la dirección divina, esos gigantes serían “pan comido” (Núm. 14:9). ¡Así de sencillo! La confianza de Caleb y Josué tuvo su recompensa.
¿Cuál es tu desafío hoy? ¿Cuáles son tus planes? A la distancia tus proyectos se pueden ver como los gigantes hijos de Anac, pero si Dios está de tu lado, todo será pan comido.