Una disputa entre hermanos
“Moisés suplicó al Señor: ‘Por favor, oh Dios, te ruego que la sanes’ ” (Números 12:13).
Como si los reclamos y las quejas de los israelitas no eran suficientes, Moisés tuvo que escuchar las murmuraciones de sus propios hermanos. María sintió celos de Moisés, pues Dios solamente se comunicaba con él. Moisés era el vocero oficial sobre todo lo que tenían que hacer como nación. Usando la nacionalidad de la esposa de Moisés como pretexto, lo criticaron. Dios actuó inmediatamente. Llamó a los dos hermanos y les dijo que aunque él se comunica con los profetas con visiones y sueños (vers. 6), Moisés era más que un profeta, y con él se iba a comunicar diferente: cara a cara (vers. 8). ¿La razón? Porque él fue fiel en todas sus responsabilidades (vers. 7).
Hay un rasgo maravilloso de amor familiar en este incidente. Después que ellos reconocieron su error, Aarón intercedió por María ante Moisés (vers. 10-12) y aunque Moisés, en su posición privilegiada ante Dios, podía permitir que la lepra la consumiera o que muriera al instante, no actuó así. ¿Qué hizo el líder de Israel? Oró por ella para que Dios la sanara. Intercedió para que no se le tomara en cuenta su equivocación. Es evidente que de su corazón brotaba perdón. No tenía rencor o resentimiento. Hacía más de ochenta años que María había intervenido para salvar la vida de Moisés, cuando él era un bebé y avanzaba en la canasta por el río. Ahora es él quien decide protegerla. Podían seguir trabajando como un equipo en la conducción de Israel.
Esta historia nos enseña que todos podemos equivocarnos, aun con nuestros hermanos, pero Dios espera que reflexionemos y mostremos amor, misericordia y perdón. Moisés pudo reaccionar de esta manera porque tenía mansedumbre (vers. 3). “Mansedumbre” significa autocontrol.
Si un día tienes poder o autoridad, usa tu influencia para el bien de los que te rodean. Sé bondadoso, de tal manera que facilites la vida de los demás, los ayudes y seas una bendición en tu entorno.