No caigas en la trampa
“No te fijes en el vino. ¡Qué rojo se pone y cómo brilla en la copa! ¡Con qué suavidad se resbala! Pero al final es como una serpiente que muerde y causa dolor” (Proverbios 23:31, 32).
La Biblia habla del uso del alcohol y de los efectos que produce en el comportamiento de las personas. Por ejemplo, el hijo de Noé y las hijas de Lot hicieron cosas que a Dios no le agradan por estar ebrios. El rey Belsasar, después de beber alcohol, ordenó traer los utensilios sagrados del Templo de Dios. Absalón aprovechó que Amnón estaba ebrio para que sus siervos lo mataran. Ciertamente el alcohol fomenta peleas, nubla el juicio, provoca accidentes, hace que la gente actúe de manera desinhibida (sin vergüenza), y no permite pensar sabiamente ni tomar decisiones acertadas.
El consumo de alcohol es la adicción más popular hoy en día y, por supuesto, las empresas que lo fabrican y venden nunca presentarán el lado malo de beber alcohol. En los comerciales vemos personas que “se divierten” bebiendo, pero no muestran sus consecuencias negativas. Además de todo lo mencionado, el alcohol produce muchas enfermedades y puede producir accidentes de tránsito.
Por todo esto, el apóstol Pablo presenta las borracheras como uno de los frutos de quienes siguen los malos deseos (Gál. 5:21) y categóricamente afirma que los borrachos no tendrán parte en el reino de Dios (1 Cor. 6:9, 10).
Así que, cuando crezcas, no te dejes engañar, y dedica tu vida e inteligencia al Señor.