
Prohibido cortar
“Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada” (Juan 15:5).
En tres de las cuatro casas donde viví, hemos tenido un árbol de guanábanas. En ocasiones las ardillas no nos dejan probar su fruto, pero ahora parece que se hubieran ido de vacaciones. Vimos cada día el crecimiento de diez guanábanas y cuidábamos que no fueran a caerse y dañarse. Cierta tarde le pedí a mi esposo que cortara una. Era hermosa, grande y prometía deleitar el paladar con su deliciosa pulpa. Él accedió gustoso, pues es su fruta favorita. Al pasar los días, la guanábana no maduraba y estaba tal cual la habíamos cortado del árbol. Dos semanas después, divisé otra fruta que había cambiado su color, estaba un tanto amarillenta en partes. Me acerqué y la moví con el palo de la escoba. A continuación, se desprendió con tal facilidad que no pude atraparla con las manos. Cayó al suelo y, por fortuna, estaba intacta. ¿Qué había pasado con aquella primera, grande y hermosa guanábana? La respuesta no se hizo esperar: ¡la habíamos cortado antes de tiempo! ¡Cuánto lamenté haber pedido a mi esposo que la cortara!
Cuando Jesús dijo que él es la vid y que separados de él nada podemos hacer, estaba hablando muy en serio. La amorosa invitación de Jesús a permanecer en él tiene un motivo que determina si somos salvos o no. No podemos darnos el lujo, a esta altura de la vida, de separarnos de Jesús y, sin embargo, lo hacemos. Cuando no oramos, nos alejamos de la fuente de Vida. Cuando no estudiamos su palabra y cuando no pasamos tiempo a solas con él, la consecuencia es una vida vacía que va de tumbo en tumbo, de pena en pena, una vida que no alcanza la plenitud de la madurez espiritual. Por tener estar separada de la vid, lo que podría llegar a ser fruto de bendición para el mundo, se convierte en una hermosa y grande pero verde e inservible guanábana.
Yo no pude, y nadie podría, volver a unir un fruto a su árbol, pero la buena noticia es que si te has separado de Cristo, hoy es un buen día para volver a unirte a él. Si crees que permaneces en él, entonces “prohibido cortar”.