Orar como es debido
“Las cosas son como son. Sufrimos porque las imaginamos distintas”. Alejandro Jodorowsky
Dos mujeres paseaban por un parque cuando una le preguntó a la otra:
—Siempre te veo tan contenta, plena y satisfecha con la vida; en cambio, yo siento que siempre estoy agobiada. ¿Por qué es eso?
La otra le respondió:
—¿No será porque tú oras a Dios pidiéndole las cosas que quieres que te sucedan o que deseas tener, mientras que yo oro dándole las gracias?
Esta conversación pone de manifiesto dos maneras opuestas de enfocar la vida: centrando nuestra atención en aquello de lo que creemos que carecemos, o en la acción de dar gracias por aquello que Dios pone en nuestro camino, confiando en que él sabe lo que hace falta en nuestra experiencia vital individual.
La mente lo es todo: siempre está creando pensamientos que condicionan nuestra forma de estar, de ser y de sentir. Si vives centrando tus pensamientos, emociones, deseos, metas y relaciones personales en lo que percibes que te falta, estarás condicionada por la carencia las veinticuatro horas del día; si vives desde el agradecimiento confiado en un Dios que sabe lo que necesitas para dar el siguiente paso, tendrás una cultura interna de abundancia. La diferencia no podría ser más radical.
Cada instante de tu vida estás creando el siguiente instante, por eso es crucial no rebelarse a la realidad de las cosas enfocando la mente en lo que nos disgusta, nos incomoda, nos falta o nos frustra. Es fundamental aceptar las experiencias de la vida y aprender a vivir con gratitud, como quien confía en que Dios sabe lo que hace, porque se preocupa por nuestra salvación. Tanto, que no dudó enviar a su Hijo al mundo por nosotros.
Fíjate en este pasaje de Romanos 8:26 al 31: “El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. […] ¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!”.
Si recordamos estas importantísimas palabras de las Escrituras cada vez que nos asalte la tentación de vivir desde la carencia, aprenderemos a orar mejor.
“Porque no sabemos orar como es debido” (Rom. 8:26).