Con vara te herirá
Por eso, el Dios todopoderoso dice: “Pueblo mío, que vives en el monte Sion, no les tengas miedo a los asirios. Ellos te golpean y maltratan como antes lo hicieron los egipcios”. Isaías 10:24, TLA.
Es difícil no tener miedo al castigo anunciado. Mi madre tenía una vara para disciplinarnos. Mi hermana mayor era traviesa, y salía corriendo para evitar el castigo. A mí me dolía ver la situación, así que decidí no correr si merecía ser disciplinada, ¡y solo recibía un leve latigazo! En una ocasión, mi hermana imitó mi conducta: después de huir frenó su carrera, ¡y mi madre aprovechó para hacerle pagar sus castigos pasados! Así recibí mi primer ejemplo de la justicia y la misericordia.
Judá merecía ser disciplinado por su desobediencia, y Dios usó a Asiria como su vara de castigo. Asiria pensaba que sus triunfos se debían a su propio poder. Cuando la protección de Dios se retiró, Asiria llevó a cabo su obra impía. ¿Por qué Dios castigaría a Asiria, cuando estaba haciendo lo que él quería? Dios, como mi madre cuando éramos pequeñas, conoce el motivo que impulsa cada acción de sus hijos. El motivo del ataque asirio no era colaborar con el plan divino, sino demostrar que sus dioses eran más fuertes que el Dios de Israel. Dios tiene el control de nuestras vidas y juzgará nuestras acciones con misericordia, así que no había razón para temer a la vara asiria. Serían castigados, pero la ira de Dios siempre está mezclada con un grado mayor de misericordia.
“Arrogante y orgullosa, Asiria piensa derribar a Judá, así como lo ha hecho con las otras naciones del Cercano Oriente; pero Asiria debe aprender que hay un Dios que gobierna a las naciones de la tierra” (4CBA, p. 197). Dios es misericordioso, aun cuando permite que suframos las consecuencias de nuestros errores, y está presente para ayudarnos a pasar la prueba.
“Cualesquiera que sean tus angustias y pruebas, expón tu caso ante el Señor. Tu espíritu encontrará sostén para sufrirlo todo. Se te despejará el camino para que puedas librarte de todo enredo y dificultad. Cuanto más débil y desamparado te sientas, más fuerte serás con su ayuda. Cuanto más pesadas sean tus cargas, más dulce y benéfico será tu descanso al echarlas sobre el Portador de tus cargas” (MC, p. 48).
El amor de Dios por ti es más grande y dulce que el amor de una madre.