Soy una mujer rica
“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” (2 Cor. 4:7, RVR 95).
Hace algún tiempo, alguien puso en mis manos un libro titulado Mujer millonaria, de la autora Kim Kiyosaki. En él se exaltan las capacidades que las mujeres poseen en lo que respecta a los negocios y a las finanzas. Me pareció muy interesante cómo se presenta un modelo de mujer que puede llegar a ser millonaria usando sus capacidades. No podemos poner esto en duda, siendo que, según las estadísticas, hay alrededor de medio millón de mujeres millonarias en el mundo. Es asombroso que el 43 % de todos los millonarios del planeta sean mujeres. Nos damos cuenta leyendo este tipo de datos de que la mujer tiene un lugar destacado en el mundo de las finanzas y las empresas.
Es posible que muchas de ustedes, al igual que yo, poseamos solo los bienes materiales necesarios para vivir. Sin embargo, somos poseedoras de un gran tesoro, otorgado a través de nuestra esencia femenina. En nosotras prevalece lo emocional sobre lo racional y, aunque muchos desmerecen este rasgo, es lo que nos conecta con los demás seres humanos de una manera especial, y lo que nos permite ser empáticas y misericordiosas frente al sufrimiento y las necesidades ajenas. Los varones pueden realizar trabajos que exigen mucha fuerza física, mientras que la fuerza de la mujer radica en su capacidad emocional para sostener y cuidar a los necesitados.
La creatividad también es parte del tesoro que Dios nos otorgó cuando nos creó con naturaleza femenina. Poseemos un gran sentido estético, reconocemos lo bello y esto nos lleva a crear pequeñas obras de arte que hacen de nuestro hogar un hermoso espacio de convivencia. Y no solo esto, pues también podemos realizar multitareas de manera simultánea, en poco tiempo y con gran eficiencia. Cuidar a su bebé, preparar la comida para la familia y asesorar a los hijos más grandecitos en sus tareas escolares es cosa que una mujer puede hacer simultáneamente sin sentirse abrumada.
Querida amiga que lees estas líneas, descubre tu tesoro y siéntete rica. Si bien tal vez no seas rica desde el punto de vista material, no por eso dejes de ver y valorar la riqueza emocional y espiritual que Dios te ha concedido. No la despilfarres en cosas banales, superfluas e innecesarias. Ponla al servicio de Dios y tendrás ganancias aquí en la vida terrenal y harás tesoros en el cielo.