Cuando abran los ojos
“La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Jesús
Tras recibir el Premio Nobel de la Paz, el sudafricano Desmond Tutú pronunció un discurso, en el cual dijo estas palabras: “Cuando los misioneros llegaron a África, ellos tenían la Biblia y nosotros, la tierra. Ellos nos dijeron: “Oren”. Y nosotros cerramos los ojos y oramos. Cuando los abrimos, nosotros teníamos la Biblia y ellos tenían la tierra”. Yo añado: lo que no sabían es que les habían dejado la mejor parte: lo más valioso.
¿Qué es predicar el evangelio? Obviamente no consiste en utilizar la religión como excusa para adueñarse de las posesiones de otro ni para beneficiarse materialmente en ningún sentido; al contrario: se trata de echar una mano aunque por ello nos quedemos nosotras más desposeídas de lo que estábamos.
Predicar el evangelio tampoco consiste en ejercer dominio y opresión sobre otra persona, sino en ofrecer libertad, principios y valores que mejorarán su vida, en ayudarlos a encontrar su verdadera dignidad, que consiste en saber que han sido creados a imagen de Dios. Sí, es cierto, parte de la cultura que traía la persona consigo debe perderla, desaprenderla para aprender la cultura bíblica, que en tantos aspectos se opone a la mentalidad predominante en este mundo. Yo misma, sin ir más lejos, crecí en un catolicismo que he dejado atrás. Pero lo que gané fue incomparablemente mayor. Eso es lo que hace el evangelio.
La mujer cristiana es propulsora de libertad, no de esclavitud. No hemos sido llamadas a hacer lo que hacían los fariseos de los tiempos de Jesús (y lo que han hecho algunas religiones a lo largo de la historia): beneficiarnos a costa de oprimir a otros. Eso no es el evangelio; a eso no es a lo que Jesús nos comisionó.
Que esas personas a las que tú les transmites el evangelio con el amor manifestado en tu vida, tus palabras y tu conducta, no te vean ganando nada a cambio cuando abran los ojos por la influencia de la verdad. Que lo que vean sea una sonrisa en tus labios por tu satisfacción de saber que están en un camino mejor, en un camino de libertad en Cristo, en un camino que conduce a la esperanza. La misma esperanza en la que tú caminas desde que se te abrieron los ojos.
“Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que estaban vendiendo y comprando” (Mat. 21:12).