La oración matutina
No tengo miedo a los diez mil enemigos que me rodean por todas partes. Salmo 3:6, NTV.
Estaba de misionera en una lejana villa en Ghana, África. Asistían entre 300 y 600 adultos a las conferencias evangelizadoras que impartía en un espacio abierto al lado del centro comunitario. Un sábado por la noche había una fiesta en el centro, y casi todos asistieron. La música era tan fuerte que los pocos asistentes a mi reunión no podían escucharme. Hice una corta oración rogando a Dios que manifestara su poder, y pocos minutos más tarde la música se detuvo, una muchedumbre salió del centro y se unió a nosotros. Inicialmente tuve miedo cuando vi que, de las 800 personas, unas 100 se iban acercando más y más, pues desconocía los motivos. Hice otra oración antes de rogar que aceptaran a Jesús y el sábado como día de reposo. ¡Este centenar pasó al frente! ¡Fue la noche que más personas respondieron al llamado! Después me enteré de que el aparato de sonido de la fiesta se había dañado, y el líder de la villa les había ordenado unirse a nuestra reunión. “La oración es el medio ordenado por el cielo para tener éxito en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano” (HAp, p. 465).
El Salmo 3 fue compuesto por David cuando huía de su hijo Absalón. “Abatido por la pena y el cansancio producido por la fuga, se detuvo con sus compañeros junto al Jordán, para descansar unas horas. Lo despertó la invitación a huir inmediatamente. El grupo de hombres, mujeres y niños debía cruzar el río profundo y correntoso en la oscuridad; porque lo perseguían tenazmente las fuerzas del hijo traidor” (Ed, pp. 148, 149). Fue entonces cuando David entonó las estrofas de este salmo: “Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí” (Sal. 3:5, 6). Por eso este salmo es llamado “Oración matutina de confianza en Dios”. “Consta de cuatro estrofas: (1) el peligro presente (vers. 1, 2); (2) el recuerdo de ayuda recibida en lo pasado (vers. 3, 4); (3) la sensación de seguridad en medio del peligro presente (vers. 5, 6); y (4) la oración en busca del triunfo sobre los enemigos (vers. 7). La poesía concluye con una exclamación de confianza y una plegaria para que Dios bendiga a su pueblo (vers. 8). En medio de la poesía hay un cambio repentino y dramático: del cansancio y la depresión de la noche, a la confianza y la fe triunfante de la nueva mañana. Se dice que durante las guerras religiosas francesas, los hugonotes del ejército de Condé cantaban este salmo cuando se hacía el cambio de la guardia” (3CBA, p. 643). Devuélvele a Satanás el miedo que intenta imponerte..