Su poder actúa en ti
“Desde una perspectiva espiritual, no es posible que puedas creer que tu potencial es fijo y que no puede crecer”. Valorie Burton
La primera vez que me pidieron predicar tenía dieciocho años, y la idea de hablar en público me puso el corazón a mil; la respuesta que me vino a la mente fue: no. Hoy, he predicado en muchas ocasiones, con audiencias de hasta mil personas. La primera vez que me pidieron escribir un artículo para una revista tenía veintiséis años, y aunque había terminado una carrera de letras y llevaba un año trabajando como auxiliar técnico editorial, sentí un calor subiéndome del cuello a la cabeza. La única razón por la que dije que sí fue porque era mi jefe quien me lo estaba pidiendo. Hoy, he escrito muchos artículos que se han publicado en revistas que circulan por diversos países y en varios idiomas. La primera vez que me pidieron escribir un libro era una publicación sencilla para niños, pero dije que no (¡dos veces!). Dios puso en el corazón de varias personas animarme a cambiar de idea y, en este momento, estás leyendo mi tercer libro publicado.
No estoy presumiendo, estoy intentando transmitirte un mensaje claro, que creo profundamente no solo en teoría, sino por la experiencia: nuestras capacidades, talentos y destrezas se pueden (y se deben) desarrollar. Es precisamente cuando echo la vista atrás a realidades como las que te acabo de contar que me doy cuenta de la importancia de estar mentalmente abiertas a la realidad de que somos mucho más capaces de lo que creemos. Sobre todo, porque no estamos solas. Si nos trazamos metas que tengan un sentido de servicio a la humanidad y un propósito de misión, tendremos también el poder de Dios actuando hombro con hombro junto con nuestra firme determinación y nuestras horas de sacrificio y preparación.
¿Has dicho que no a algo porque sientes que no eres capaz de hacerlo? Analiza qué te detiene; tal vez tu mentalidad fija te hace creer que tienes limitaciones que nunca van a cambiar, cuando en realidad lo que tienes por delante es un camino para aprender y progresar si superas el miedo a sentirte fracasada.
Dios te llama a crecer en todo: en tu desarrollo mental, en el cuidado de tu salud, en tu nivel cultural, en tu liderazgo dentro de la iglesia, en tus finanzas en general y, especialmente, en tu relación con el Señor, con tu familia y con los seres humanos. Junto con el llamado viene su poder para lograrlo.
“Gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros” (Efe. 3:20).