Matutina para Mujeres | Jueves 10 de julio de 2025 | Que no se pierda nada

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Matutina para Mujeres

«Una vez que quedaron satisfechos, Jesús les dijo a sus discípulos:

‘Ahora junten lo que sobró, para que no se desperdicie nada’ » (Juan 6:12).

Hablar de los ocho remedios naturales se ha vuelto un tema tan repetitivo que ha llegado a ser trivial y poco valorado. Es por ello que los analizaremos desde las palabras de Jesús y con un enfoque diferente. Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido instruidos sobre la forma correcta de alimentarnos y, sin embargo, por decisión propia seguimos cometiendo errores. Si bien es cierto que somos responsables de los platos que servimos a nuestras familias, lo somos aún más por el uso que damos a los alimentos que sobran.

Cito textualmente las líneas de un artículo de la ONU: «¿Sabía que el 45 % de las frutas y vegetales que se cosechan en todo el mundo se desperdician? La cantidad equivale a algo así como 3.700 millones de manzanas. También se desperdicia el 30 % de los cereales, o 763.000 millones de cajas de pasta, y de los

263 millones de toneladas de carne que se producen mundialmente cada año, se pierde el 20 %, el equivalente a 75 millones de vacas. En total, según cifras del Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se pierden 1.300 millones de toneladas de comida producida para el consumo humano, un tercio del total».

Hay una incongruencia espantosa cuando pienso en la cantidad de personas en el mundo que no tienen alimentos y que mueren por falta de ellos. ¿Podemos hacer algo tú y yo? Francia fue el primer país que implementó una estrategia para evitar el desperdicio y darle un uso adecuado a la comida inocua.

Sin embargo, hace muchos años, después de un día largo y cansador, Jesús proveyó mucha comida para una multitud no pequeña y hambrienta. El milagro fue tan grande que sobrepasó las necesidades de los comensales. Creo que nunca comieron tanto pescado y pan en sus vidas como aquel día. Entonces, cuando ya nadie quiso más comida, Jesús dio la orden de juntar los alimentos para que no se desperdiciara nada. «Para que nadie pensara que este generoso milagro autorizaba a derrochar, el Señor cuidadosamente enseñó la lección de frugalidad en el uso de las bendiciones divinas».

Las bendiciones que Dios permite estén sobre nuestra mesa, deben ser administradas con sabiduría y no dar lugar al derroche. Desde el más pequeño hasta el más grande hogar debería estar instruido en el buen uso de los alimentos. Daremos cuentas de lo que consumimos y de lo que desperdiciamos.

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