Identidad, esperanza y orientación – II
“Pero yo esperaré en el Señor; pondré mi esperanza en Dios mi salvador, porque él me escuchará” (Miq. 7:7).
Fue triste escuchar la historia de una jovencita que se quitó la vida en uno de los tantos desafíos y juegos que los jóvenes de hoy proponen para hacerse notar. Estos tienen como consigna que la vida es una carga que no vale la pena; para ellos, la muerte provocada es la puerta falsa por la que entran para evadir la falta de esperanza.
La pérdida de esperanza es como un túnel oscuro y largo en el que viven muchos jóvenes que no encuentran o han perdido el propósito de la vida. En una sociedad materialista y consumista como la nuestra, muchos jóvenes son empujados a pensar que la adquisición de bienes dará sentido a su vida; esta es una de las razones por la que sienten que no son nada. No saben valorar lo mucho que en realidad tienen.
Una persona que tiene sueños, anhelos, planes y proyectos; que trabaja y se esfuerza para alcanzarlos; que descubre sus talentos, habilidades y dones, y que los pone al servicio del prójimo y de Dios, tendrá una fuente inagotable de esperanza. Los jóvenes y las señoritas que viven envueltos en el hastío, la pereza y la ociosidad, terminarán despreciando su propia vida y la de los demás. ¿Adónde irán sin esperanza?
Hoy es tiempo de recuperar la esperanza y de ayudar a otros a recuperarla, pues nuestra redención está cada día más cerca. Las madres cristianas tenemos el deber de inculcar con responsabilidad en nuestros hijos la urgencia del tiempo que vivimos, y en oración y con voluntad decidida lograr que nuestros hijos e hijas alcancen el ideal de Dios en la vida terrenal y puedan ser herederos de la patria celestial.
Madres, animemos a nuestros niños y jóvenes al logro de sus objetivos; soñemos con ellos acerca de lo que pueden llegar a ser con la ayuda de Dios; démosles esperanza haciéndoles saber cada día que son hijos de Dios, y recordémosles que su destino fue determinado en el cielo desde antes de su nacimiento. Pongamos en ellos la verdad que afirma que pueden aceptar los fracasos sin rendirse y que los obstáculos se convierten en peldaños para ascender a la cima del éxito hasta llegar al cielo.
Hoy es un buen día para dejar ir a tus hijos a la escuela, a la universidad o a su trabajo esperanzados en el futuro esplendoroso que les espera.