Una brújula moral
“Preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz” (Rom. 8:6).
La brújula es un instrumento que posee dos agujas imantadas, que siempre marcan los polos Norte y Sur. Los antiguos navegantes, en medio del océano, nunca perdían el rumbo, pues eran guiados por una brújula que les marcaba la dirección en la que debían seguir. En la actualidad, este instrumento ha sido reemplazado por nuevos dispositivos; uno de ellos es el GPS, de uso tan común. ¿Qué haríamos hoy sin los GPS del auto y del teléfono? Realmente nos han ayudado a llegar donde queremos ir.
¿Y en lo moral? ¿Será que existe alguna “brújula moral” en la que podamos confiar para que nos marque el rumbo a seguir, señalando con claridad lo que es bueno y lo que es malo? Sí, existen dos.
Tal vez una de las razones por las que, en líneas generales, nos encontramos tan perdidas, es porque no cultivamos el hábito de leer todos los días las Sagradas Escrituras, buscando en ellas el Norte.
Otra brújula moral a nuestra disposición es la voz interna, es decir, la conciencia, siempre que esté dirigida por el Espíritu Santo. Él nos dice si lo que hacemos es correcto o incorrecto, adecuado o inadecuado. Ahora bien, hay que hacer espacio, tiempo y silencio para escucharla. ¿La escuchas tú?
Cuando tenemos dudas y comenzamos a relativizar la dirección de Dios, estamos en serio peligro y, en sentido figurado, nuestra brújula moral se vuelve loca: vivimos dando tumbos y nos lastimamos hasta perdernos definitivamente. Hagámonos sensibles al Espíritu Santo. Cada mañana y cada tarde en silenciosa reflexión meditemos de tal modo, que cualquier cosa que pensemos y hagamos nos lleve a la dirección correcta.
Recuerda: leer la Palabra de Dios en humilde oración fervorosa y habituarnos a escuchar la voz del Espíritu hablando a nuestra conciencia son dos brújulas que nos marcarán el camino a seguir. En la Biblia leemos: “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Rom. 8:14).
Revisa en compañía de Jesús tu brújula moral y, si es necesario corregir el rumbo, comienza hoy. Dios está contigo.