Matutina para Mujeres | Jueves 29 de Junio de 2023 | El Salmo de las bendiciones

El Salmo de las bendiciones

No tiene miedo de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor. Salmo 112:7, DHH.

El Salmo 112, un acróstico del alfabeto hebreo, podría llamarse el “Salmo de las bendiciones”, pues enumera las bondades disponibles para los que reverencian a Dios y se deleitan en obedecerlo: la felicidad (vers. 1); una descendencia poderosa (vers. 2); la prosperidad financiera (vers. 3); luz, misericordia y justicia (vers. 4); sabiduría para gobernar (vers. 5); honor a su memoria (vers. 6); estará libre del miedo de malas noticias (vers. 7); sus enemigos serán sometidos (vers. 8); tendrá abundancia y será benevolente (vers. 9); será la envidia de los impíos (vers. 10). “El secreto y la fuente de toda verdadera felicidad y prosperidad se basa en el temor del Señor” (3CBA, p. 894).

En un mundo donde cuatro de cada diez personas sufren de ansiedad o pánico, esta promesa es alentadora. La buena noticia es que hay una diferencia entre el miedo y el temor. El temor a Dios nos lleva a una vida libre de miedos.

Yo iniciaba una nueva carrera profesional como especialista en desarrollo infantil. Desconocía el procedimiento para hacer la transición de los niños al sistema escolar. Oré y me familiaricé con el proceso, y me convertí en una experta en transiciones. El equipo evaluador del sistema escolar y los jefes del distrito escolar me felicitaron por mi labor y me sugirieron entrenar al resto del personal. Dios convierte nuestros miedos en fortalezas.

Satanás se alegra cuando puede hacer que los hijos de Dios caigan en la incredulidad y el desaliento. Se deleita en vernos desconfiar de Dios y dudar de su voluntad y poder para salvarnos. Se regocija en hacernos pensar que las providencias de Dios nos traen sufrimiento. […] El cristiano no es llevado por caminos inciertos ni es dejado para que se lamente y se desanime. […] Nunca dudemos de Dios. Él nos creó, nos ama y ha derramado todo el cielo en un solo Don para nosotros; y “él que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Rom. 8:32) (RH, 14 de enero de 1890).

¿Cuál es tu mayor miedo? ¿Un diagnóstico médico de una enfermedad terminal? ¿La separación de un ser amado? ¿Ser despedida de tu trabajo? ¿Un informe de la escuela de tus hijos? ¿Una noticia trágica? ¿Tomar una mala decisión? Cualquiera que sea tu miedo, entrégalo a Dios, pues la victoria está asegurada.

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