
«El Señor dijo también: ‘Simón, Simón, Satanás ha pedido sacudirlos a ustedes como si fueran trigo; pero yo he rogado por ti,
para que no te falte la fe. Y tú, cuando hayas vuelto, deberás confirmar a tus hermanos’ » (Lucas 22:31, 32, RVC).
Ayer nos sentimos convencidas de que Dios es nuestro Castillo. Sin embargo, seguramente, surgieron dudas en tu mente respecto al porqué del sufrimiento que te ha tocado vivir o las duras pruebas que han golpeado tu vida. Hoy, veremos otro aspecto de la protección divina. ¿Quién dio permiso al enemigo para tocar a Job? Fue Dios. «Dijo el Señor a Satanás: ‘Haz lo que quieras con todo lo que posee, pero no le hagas ningún daño físico’ » (Job 1:12). Y, por segunda vez, concedió el permiso: » ‘Haz con él lo que quieras’, dijo el Señor a Satanás, ‘pero no le quites la vida’ » (Job 2:6).
En el texto de hoy, se confirma que constantemente el enemigo pide permiso para tocar a los hijos de Dios. En esta ocasión, pidió a Pedro, un hombre de carácter fuerte y seguro de sí mismo. Sin embargo, Dios no lo deja solo en la prueba sino que le informa los planes del enemigo. Es importante notar que Jesús no se opuso a que sus discípulos fueran zarandeados, sino que rogó por ellos al Padre para que su fe no faltara.
Es decir, en medio de la prueba, Jesús intercede por nosotras para que salgamos victoriosas. La orden para Pedro fue: «Deberás confirmar a tus hermanos». Esto quiere decir que, después de haber salido de la prueba, después de haber vivido en carne propia el ataque del enemigo, ahora Pedro estaba listo para ser un testigo viviente del inmensurable poder de Dios. Y así fue. El apóstol Pedro se ha convertido en la confirmación del poder de Dios que obra en sus hijos que confían en él.
Mientras estemos en este mundo, en algún momento de nuestras vidas, seremos zarandeadas como el trigo. Es posible que, ahora mismo, estés derramando lágrimas de dolor y no comprendas el propósito. Es aquí donde entra la fe en nuestro Castillo. Dios conocía a Job y conocía a Pedro; confiaba en ellos y sabía que
podía permitir que el enemigo los probara. Dios te conoce. Dios sabe que puede confiar en ti y ha rogado al
Padre por ti para que tu fe no falte. La buena noticia es que saldrás brillando. Continuará…

