Cuando la ambición es buena
«Buscad lo que basta y no queráis más. Lo que pasa de ahí es agobio, no alivio”.
Agustín de Hipona
Solemos pensar que tener ambición es malo, porque asociamos la palabra a lo material, como, de hecho, lo hace el mismo Diccionario de la lengua española en su primera acepción del término: “Ambición es el deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama”. Sin duda, ese tipo de ambición es malo.
La Biblia nos advierte contra el poder (Jesús señala como negativas las ansias de poder de sus discípulos); la riqueza (Timoteo dice que el amor al dinero es raíz de toda clase de males); las dignidades (o, lo que es lo mismo, ambicionar ser vistos de los hombres, precisamente una de las críticas que Jesús hace a los fariseos); y la fama. Ir tras estas cosas es correr tras el viento. Pero el segundo significado de la palabra “ambición” es: “Cosa que se desea con vehemencia”. ¿Podemos desear con vehemencia cosas buenas? Sí. De hecho, la Biblia nos invita a hacerlo.
«Tengan por su ambición el llevar una vida tranquila, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus manos, tal como les hemos mandado; a fin de que se conduzcan honradamente” (l Tes. 4:11, 12, NBLA). Otras Biblias traducen “tengan por su ambición» como “procurad” o “traten de”, pero el Comentario bíblico adventista es claro en señalar que la palabra original, filotiméomai, “significa aquí ‘ambicionar’ ” (t. 7, p. 253). Por tanto, es bueno ambicionar estas tres cosas:
- Llevar una vida tranquila, sin fanatismos, sin escandalizarse fácilmente por nada, sin explosividades, sin perder el control, sin afanarse tras lo que no aprovecha. ¿Cómo se logra? Dedicando cada día a lo que aprovecha, haciendo lo que nos viene a la mano con humildad y fe. “El Señor, el Dios Santo de Israel, dice: ‘Vuelvan, quédense tranquilos y estarán a salvo. En la tranquilidad y la confianza estará su fuerza’ ” (Isa. 30:15).
- Ocuparnos en nuestros propios asuntos. ¿Eres una persona entrometida? Trabaja contigo misma para abandonar ese hábito. El apóstol Pedro aconseja: “Si alguno de ustedes sufre, que no sea por […] meterse en asuntos ajenos” (4:15).
- Trabajar con nuestras manos. Preciosa ambición, pues el trabajo digno es la mejor salvaguarda contra la ociosidad, que conduce a pensamientos inútiles y adicciones.
Ambiciona lo que la Biblia dice que es bueno para el ser humano, y no quieras más.
«Tengan por su ambición el llevar una vida tranquila, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus manos” (l Tes. 4:11, NBLA).
Excelente reflexión 🙏🏻