
«¡Pero gracias sean dadas a Dios, de que nos da la victoria
por medio de nuestro Señor Jesucristo!» (1 Corintios 15:57, RVC).
Bethany Hamilton era una adolescente de 13 años que ya había demostrado sus habilidades y gusto por surfear. Una mañana, mientras practicaba su deporte favorito en el mar, repentinamente, emergió de las profundidades un enorme tiburón que no dudó en atacar a su presa. Con sus enormes fauces y afilados dientes arrancó de una sola mordida el brazo izquierdo de la chica. Mientras era trasladada al centro médico más cercano, perdió tanta cantidad de sangre que estuvo al borde de morir, pero Dios tenía otros planes para ella.
Con la ayuda amorosa de su padre, la joven volvió al agua. En la actualidad, Bethany ha ganado varios campeonatos y es una de la mejores surfistas del mundo. No solo eso, su vida es un claro ejemplo de que no podemos darnos por vencidas ante el hecho de haber sido heridas y hasta mutiladas por el enemigo.
Durante los torneos de surf, se le puede ver esperando paciente en las tranquilas aguas a que una enorme ola venga a su encuentro y, cuando estas se levantan imponentes, nada con todas sus fuerzas y no hace falta recordar que lo hace con un solo brazo, para levantarse victoriosa y pasar por en medio de ellas.
¿Qué haces tú cuando el tiburón enemigo te ataca? ¿Qué actitud has tomado cuando las olas de problemas se levantan imponentes delante de ti? No podemos esperar que la vida cristiana sea todo paz y no presente ningún desafío. Lo que sí podemos esperar es que aún en medio de las vicisitudes que la vida nos presente, Cristo nos hará pasar victoriosas por en medio de ellas.
¿Qué te ha quitado el enemigo? ¿Te ha hecho algún daño? Seguro que sí. Las hijas de Dios no están exentas del ataque del enemigo, pero recuerda una cosa: las batallas más grandes Dios las da a sus guerreras más fieles para prepararlas aun más y puedan ser un ejemplo vivo de lo que él puede hacer, a pesar de estar heridas. La buena noticia es que nuestro Padre celestial estará siempre a nuestro lado. Él nos hará remontar de nuevo, nos hará pasar en medio de grandes olas y nos llevará a la victoria por medio de Jesús.

